Fragmentos
Leí
en el periódico que una señora se había muerto por llevar un pollo
congelado en la cabeza. Resulta que la señora robaba y robaba y lo
escondía todo debajo del sombrero. Tenía ya bastante práctica con
esto pero nunca lo había intentado con los congelados. Por eso se
murió, porque el pollo le congeló el cerebro. En algunas películas
se muere la gente y en otras no. A mí me gustan las que tienen
muertos y gente odiándose a conciencia los unos a los otros. (…)
***
Por
mucho que te abrigue tu madre, el sudor de los niños no es como el
de los hombres, es más como agua tibia.
Las cosas en general van siendo peores según creces, por eso resulta
especialmente cruel que te amarguen la vida de pequeño, cuando aún
tienes posibilidades. Los hombres se vuelven repugnantes con la edad,
van empeorando año tras año hasta convertirse en viejos babosos. Mi
tío Manolo era un viejo limpio y guapo, creo que mi padre también
va a ser uno de ésos. (…)
***
Pasé
una semana trabajando en una tienda de juguetes, era un trabajo
estupendo, podía probar todos los juguetes y luego hablaba con los
niños y les explicaba cuáles eran los mejores. Se me daba bien.
Vendía más juguetes que ningún otro vendedor porque a mí me
gustaban, no trataba simplemente de colocárselos a los padres,
intentaba que los niños se entusiasmaran con ellos, con los mejores
y no sólo con los más caros. Pensé que estaría allí mucho
tiempo, pero una tarde se me cayó una caja del almacén encima y me
puso un ojo morado. El encargado me dijo que no podía tener un
vendedor que andaba todo el día pegándose con la gente. Yo no me
había pegado con nadie, sólo había puesto mi ojo debajo de la caja
del tanque teledirigido, pero el encargado son el culo de los jefes,
con ellos hacen siempre las labores más desagradables y sobre ellos
se sientan para estar más cómodos y más altos. Un encargado tiene
la capacidad de análisis de un pato de goma, así que no merece la
pena cansarse explicándoles las cosas. A mí me gustaba el trabajo
en la tienda de juguetes, era el mejor de todos los trabajos de
mierda que he tenido. (…)
***
En
la tienda de hamburguesas somos catorce, siete en el turno de mañana
y siete en el de la tarde. Yo estoy en el de mañana, pero a veces me
pasan al de la tarde, si alguien se ha puesto enfermo o tiene el día
libre. Mi día libre es el martes, aunque como salgo a las cuatro
puedo hacer lo que quiera durante toda la tarde. Normalmente me voy a
casa y veo la televisión. A mí me encanta la televisión. Lo que
más me gusta es el boxeo, luego el fútbol y luego las películas.
Lo que menos me gusta son los concursos. Cuando ponen un concurso
cambio el canal o apago, según me da. (…)
***
El
25 de enero parecía un día agradable con sol y buenas temperaturas.
Me
he esmerado con las patatas fritas y los aros de cebolla porque tal y
como están las cosas tengo bastantes posibilidades de colgar mi foto
en el comedor central antes de que termine el mes.
Ray
Loriga. “Lo peor de todo”. 1993, Editorial Debate.
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