II
BROADWAY
Basta
un paso en la calle o en el Subway
o
en una alta azotea. Un simple paso.
O
bien una presión en una lama
afilada
de acero. O un gatillo.
Es
una solución sencilla y rápida.
A
veces el ganar parece pérdida.
También
la oscuridad huye del sol
pues
más le dañaría hacerle frente.
Un
paso. Una presión. Todo resuelto.
SPRING
STREET
No
me vengan con cuentos. Que la vida
es
algo espiritual y, por lo tanto,
superiores
los bienes del espíritu.
Que
el ser útil, cuidar a los enfermos,
el
teatro, la pintura, libros, música,
los
deportes, el cine, el gran dinero...
el
ánimo lo colman de delicias.
No
me expliquen historias infantiles.
El
deleite supremo es el orgasmo.
Lo
demás son tan sólo leves signo,
pobres
insinuaciones del placer
que
uno obtiene acostándose con chicas
y
eyaculando en ellas como un dios.
Para
otros esos gustos secundarios.
Para
mí el goce intenso: la mujer.
BROOME
STREET
El
adjetivo <<bueno>> se utiliza
para
calificar a las personas
y
cosas que en principio me disgutan.
El
adjetivo <<malo>> se utiliza
para
calificar a las personas
y
cosas que en principio a mí me gustan.
WEST
35th STREET
¿Por
qué sigo empeñado en encontrar
la
mujer que imagina uno en su mente?
Y,
además, ¿es que existe esa mujer?
Muchos
ya descubrieron al principio
que
esa mujer no existe. Al darse cuenta
buscaron
al azar una cercana.
Renunciaron
al sueño y se adaptaron
a
una pequeña dicha y su tristeza.
La
vida no da más, seguramente.
WEST
42nd STREET
Las
mujeres, comida, porros, coches
y
honores se consiguen con dinero.
El
dinero es, por tanto, lo importante.
Lo
que hay que conseguir de inmediato. Ahora
No
voy a ser como esos que recogen
pedacitos
de dicha poco a poco
y
al cabo de los años han reunido
un
mísero caudal. Yo lo quiero ahora.
De
una vez. Mi ración entera, aprisa,
para
ya consumirla y disfrutarla.
Mariscos,
coches rápidos, botellas
de
whisky y bellas chicas para mí. Ahora.
El
porvenir —mañana—
es la esperanza
del
fracasado de hoy- Yo triunfaré ahora.
No
me preguntéis cómo. No me importa
el
cómo sino el cuándo. Y cuándo es ahora.
ENVÍO
No
te conoceré. No sabré nunca
del
color de tu piel ni tu estatura.
Pero
te siento cerca, pese al largo
trecho
que me separa de tu siglo.
Tú
eres como fui, pero más perfecto.
Y
tienes el acceso a todo cuanto
hondamente
deseé sin conseguirlo.
Pero
se te da a ti. Deja que diga:
<<A
mí también>>. Contigo. A través tuyo.
Piensa
que no estás solo, ya que tienes,
en
tus manos están, tus —mis—
ideas
y
compruebas que yo —tú—
ambos sentimos
urgencia
en aplicar lo necesario.
Y
está la solución a tu —a
mi—
alcance.
No
habrá reproches luego, ni tampoco
elogios.
Es mejor de esta manera.
Muchos
no entenderían las razones.
Incluso,
de preverlo, lo impidieran.
Y
es amor lo que impulsa tu —mi—
gesto.
Y
alguien tiene que hacerlo ¿Por qué no
tú
—yo—?
¿Ves? Vamos juntos. No estás solo.
Yo
te estaba esperando aquí en tu tiempo.
Puedes
imaginar cuánto he soñado,
por
tanto, en nuestro encuentro. En este instante.
Porque
ha llegado el día en que es posible
realizar
lo imposible en mi momento.
No
vaciles. Actúa. Sé valiente
y
generoso. Sé —no
me interpretes
mal—,
sé cual Dios, aquel mi Dios antiguo.
Seguramente
el vuestro es diferente.
Y
crea tú la nada al descrear,
hasta
su última esencia, esa materia
donde
anida el dolor: el Universo.
J.M.
Fonollosa. “Ciudad del Hombre: New York”. 1995, SIRMIO, Quaderns
Crema.
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