LUCIÉRNAGAS
A
las cinco de la tarde
Cuando
el resplandor se queda sin brillo
Y
el jardín se sumerge en el último hervor dorado del día
Oigo
el grupo bullicioso de niños
Que
salen a cazar luciérnagas.
Corriendo
sobre el pasto
Se
dispersan entre los arbustos,
Gritan
su excitación, palpan su deslumbre
Se
arma un círculo alrededor de la pequeña
Que
muestra la encendida cuenca de sus manos
Titilando.
Antiguo
oficio humano
Este
de querer atrapar la luz.
¿Te
acordás de la última vez que creímos poder iluminar la
noche?
El
tiempo nos ha vaciado de fulgor.
Pero
la oscuridad
Sigue
poblada de luciérnagas.
CUANDO
SALGA EL SOL
Cuando
salga el sol
Y
cese la interioridad de la noche
Desaparecerá
el espacio inmóvil
En
que me recupero del día.
Afuera
canta un pájaro desconocido.
El
sistema circulatorio de la casa borbotea en las cañerias.
Mi
hija duerme.
A
solas conmigo misma
me
armo de nuevo
como
un rompecabezas.
PREGUNTAS
Sufro
una tristeza de hojas
que
el viento bate contra la puerta cerrada.
Es
el otoño y se hace remolinos la hojarasca.
Como
si todos los días vacíos de la vida
se
apilaran en el jardín crujiendo su desperdicio.
Recuerdo
la pasión.
El
tiempo cuando lo prohibido o lo
imposible
me
tentaba.
Cuando
saltaba sin red
o
entraba a las jaulas de las panteras
pensando
en domar la vida
o
darle un curso nuevo a la historia.
El
tiempo del deseo no conoce recato
mucho
menos la prudencia.
Ante
mi ventana la brisa deja las ramas
avergonzadas
en su desnudez.
¿Llega
el momento en que uno acepta el despojo?
¿Salir
al patio, barrer las hojas caídas
y
prepararse para el invierno?
¿Cuántas
estaciones alcanzan en una vida?
¿Cuántas
hojas muertas?
LAMENTACIÓN
INÚTIL
Hay
un cuerpo queriendo nacer
bajo
mi cuerpo,
El
cuerpo inalcanzable, bello, enhiesto de la joven que fui,
que
sigo siendo cuando cierro los ojos
y
rehuso mirarme en el espejo.
Gioconda
Belli. “Mi íntima multitud”. 2003, Visor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario