Frente al silencio.

Frente al silencio.

martes, 16 de enero de 2018

Oscar Wilde



Fragmentos:




Pues el roble y el olmo tienen hojas amables
que brotan en la primavera,
pero es macabro de ver el árbol de la horca
con su raíz mordida por la víbora
y, verde o seco, un hombre ha de morir
para que ese árbol dé su fruto.

Lo más elevado es esa sede de gracia
hacia la que tiende todo lo terrenal,
pero ¿quién querría estar con corbata de cáñamo
en lo alto de un patíbulo
y a través de un dogal asesino
echar su última mirada al cielo?

Dulce es bailar al son de los violines
cuando el amor y la vida son hermosos;
bailar al son de flautas y laúdes
es delicado y exquisito,
¡pero no es agradable bailar en el aire
con ágiles pies!

Así, con ojos curiosos y enloquecedoras conjeturas,
lo observábamos día tras día
y cada uno de nosotros se preguntaba
si no acabaría de la misma manera,
pues nadie puede decir en qué rojo infierno
puede extraviarse su alma ciega.

Por fin el muerto dejó de pasear
entre los reos
y comprendí que estaba en la terrible
celda del banquillo negro
y que nunca volvería a ver su rostro
ni para bien ni para mal.







VI


En la cárcel de Reading, junto a la ciudad de Reading
hay una tumba infamante
y en ella yace un desdichado
devorado por dientes de fuego,
yace en un ardiente sudario
y su tumba no tiene nombre.

Y allí, hasta que Cristo llame a los muertos,
dejadle yacer en silencio;
no hay por qué derramar lágrimas necias
ni exhalar sonoros suspiros:
aquel hombre había matado lo que amaba
y por eso tuvo que morir.

Y todos los hombres matan lo que aman,
que lo oiga todo el mundo,
unos lo hacen con una mirada amarga,
otros con una palabra zalamera;
el cobarde lo hace con un beso,
¡el valiente con una espada!






Oscar Wilde. "La balada de la cárcel de Reading". 1997, Plaza&Janés editores.



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