Frente al silencio.

Frente al silencio.

lunes, 30 de mayo de 2016

Elena Medel




DÍA DE PESCA


Yo tenía nueve años y le pregunté si me quería.
Quiero una caña de pescar, respondió sin mirarme.
Él quería una caña de pescar, espiga de colores.
Ahorré durante mucho tiempo para comprarle su caña de
     pescar.
Me quedé sin trucos para ponerme burbuja,
incluso sin muñeca de trapo para jugar en el recreo.
Después de todo esto me ensucié el vestido de ir a misa
y no me apetecía ver los Caballeros del Zodíaco.

Él quería un caña de pesca y yo se la regalé por Navidad.
Entonces, orgulloso de mí, abrazó el mundo con sus dientes.
Me la prestaba tras el colegio, después de todo también era mía.
Fui varias tardes al río. Primero solo miraba a las truchas
     bajar con frenesí.
A la decimotercera tarde, preparé el hilo y esperé. Nada.
Unos zapatos sucios flotaban en el espejo.
Escupí y mi nariz se hizo círculos concéntricos.
Me preguntaba qué hacía allí con una caña de pescar,
mi lindo vestido sucio, perdiéndome los Caballeros del
    Zodíaco.

Cuando le devolví la caña, insistió en que me la quedase.
él, pensé, ya no quería una caña de pescar.
¿Para qué quiero yo una caña de pescar?, le dije.
Y él respondió que tampoco lo sabía.
Dime, sollocé, ¿verdad que mi cuerpo es un estercolero?
Él respondió
tranquila, tus labios tienen forma de cometa.
Satisfecha, me quedé dormida, desnuda, abrazando la caña
de pescar.
Un hilo de baba me rondaba la nuez.

Han pasado algunos años.
Ya no quiero pompas de jabón ni cuadros escoceses;
se derrama la melena femenina y plateada de Andrómeda.
Pero ahora
me he acordado de la historia de la caña de pescar,
no sé por qué,
creo que porque ahora
logro convertirme en tu anzuelo.

Al fin picas.






RAGAZZA


<<Discúlpeme>>
sueño que le interrumpo en plena calle:
<<lleva usted mi corazón
pegado a la suela del zapato>>.
Y, entonces
descubro que también me envuelve
el violeta dulce y calmo de sus ojos.








CINCO DE ENERO

para Jose

Creo en ti
como los niños creen en las ventanas,
cuando son pequeños
y es Noche de Reyes.











OFICIO DE POETA

Si yo fuera, de verdad, poeta, susurraría que el imperio de los zares es mi patria, y lo haría con tres horas de sueño y cuarenta de trabajo a mis espaldas. Mangas allá donde los muslos empiezan a definir mi edad y mis aficiones. Puños de encaje. Mis zapatos sobre mi vestido, tan hermoso (los hermanos Rossetti vuelven a estar de moda). El poder. Hablaría de árboles, gritaría oh, mi señor con los ojos en blanco, tocaría mi cabeza con un sombrero, un rayo de colores me cruzaría la frente: mi vida consagrada a la Creación.

Todo eso ocurriría si yo fuera, de verdad, poeta.

Pero no distingo entre lágrima y jazmín. Extremo mis precauciones al tratar con el entorno de la conjugación adversativa. Jamás falto a mis revisiones médicas. Adoro las burbujas y el azúcar. Aspiro al matrimonio. Descanso los festivos; me gusta tocar el cabecero de la cama con la punta de los dedos.

En más de una ocasión me pregunto qué hago aquí.







CHATTERTON


Mentí durante diecisiete años. Mentí después
en todos mis poemas. He mentido durante los diz
años siguientes. Acércate, soy
como tú. Escucha cómo late mi corazón
perverso: mudanzas en platitos
de papilla de mamá. Aliméntame,
compréndeme, yo vestía unas ropas que nunca fueron mías,
yo escribía en un idioma ajeno, pequeña, tonta,
qué mal memoricé: con mis poemas levanté un imperio.
Pero todo acabó. ¿Quién soy ahora?
Engañaste durante dieciocho años; antes de los míos
comencé yo a mentir. Un abanico con telas del Oriente
para mi hermana. Para mi madre araña compraré moldes de
     costura.
Tabaco que recubra los pulmones de mi padre. ¿Quién soy
     realmente
ahora? He soñado contigo algunas noches.
Te prometo que si salgo visitaré tu tumba. Ahora sí que
no miento. Ahora sí que no.







Elena Medel. “Un día negro en una casa de mentira (1998-2014)”. 2015, Visor. 




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