Fragmentos:
Quería
movimiento, no una existencia sosegada. Quería emoción y peligro,
así como la oportunidad de sacrificarme por amor. Me sentía
henchido de tanta energía que no podía canalizarla a través de la
vida tranquila que llevábamos.
LEÓN
TOLSTOI, Felicidad familiar
[Pasaje
subrayado en uno de los libros encontrados junto al cadáver de Chris
McCandless.]
***
>>Se
notaba enseguida que era muy inteligente ―reflexiona
Westerberg mientras apura su tercera copa―.
Leía mucho. Utilizaba palabras rebuscadas. En parte, creo que lo que
pudo llevarlo a meterse en problemas era que pensaba demasiado. A
veces se emperraba demasiado en querer entender el sentido del mundo,
en desentrañar qué motivaciones podían tener las personas para ser
tan malvadas las unas con las otras. En un par de ocasiones le
comenté que era un error profundizar tanto en esos asuntos, pero
Alex no paraba de dar vueltas y más vueltas a todo. Siempre tenía
que saber cuál era la respuesta correcta a un problema antes de
pasar al siguiente.>>
***
Ésta
es la copia de mi expediente académico. El curso me ha ido muy bien
y he terminado con un promedio de notas muy alto.
Gracias
por las fotografías, la maquinilla de afeitar y la postal de París.
Parece que disfrutasteis mucho con el viaje. Debió ser muy
divertido.
Le
entregué a Lloyd [el amigo íntimo de Chris en Emory] su fotografía,
y me ha dicho que os dé las gracias; no tenía ninguna instantánea
de la entrega del diploma.
Por
lo demás no hay mucho que contar, salvo que el calor aprieta y la
humedad es sofocante. Recuerdos a todos de mi parte.
Fue
lo último que la familia de Chris supo de él.
Durante
el último año que pasó en Atlanta, Chris había vivido fuera del
campus en una habitación monacal, amueblada con poco más que un
delgado colchón extendido sobre el suelo, una mesa y unas cajas de
cartón. Lo mantenía todo tan ordenado y sin mácula que parecía un
barracón del ejército. Ni siquiera tenía teléfono, de modo que
Walt y Billie no podían llamarlo.
A
principios de agosto de 1990, al ver que no daba señales de vida
desde que habían recibido la nota con las calificaciones finales,
los padres de Chris decidieron viajar en coche hasta Atlanta para
visitarlo. Cuando llegaron al apartamento, lo encontraron vacío y
con un cartel pegado en la ventana que rezaba <<Se alquila>>.
El administrador de la finca les dijo que Chris se había mudado a
finales de junio. Cuando Walt y Billie regresaron a casa,
descubrieron que todas las cartas que le habían mandado durante el
verano les habían sido devueltas en un paquete.
<<Chris
había dado instrucciones a la oficina de correos para que las
retuvieran hasta el 1 de agosto, por lo visto con la intención de
que no nos enteráramos de lo que pasaba ―explica
Billie―.
Nos dejó muy preocupados.>>
***
Desde
niño, McCandless se había sentido hechizado por la literatura de
London. La ardiente condena de la sociedad capitalista, la
glorificación de los instintos primitivos, la vindicación de la
plebe, todo ello era un espejo de sus propias pasiones. Fascinado por
el grandilocuente retrato que London hizo de la vida en Alaska y el
territorio del Yukon, McCandless releía una y otra vez novelas como
La llamada de la selva y Colmillo blanco o cuentos como
<<El fuego de la hoguera>>, <<Una odisea nórdica>>
y <<El ingenito de Porportuk>>. Estaba tan cautivado por
estos relatos que pareció olvidar que eran invenciones,
construcciones imaginarias que tenían más que ver con la
sensibilidad romántica de London que con la realidad de los grandes
espacios salvajes subárticos. Tal vez por razones de conveniencia,
pasó por alto el hecho de que el propio London había pasado un
único invierno en el Norte y llevaba una vida que guardaba una
escasa semejanza con los ideales que propugnaba, hasta el punto de
convertirse en un alcohólico obeso y fatuo y suicidarse a los 40
años en su finca de California.
***
Puede
que pase
mucho tiempo antes de que nos veamos de nuevo. Pero, si consigo
superar la prueba de mi viaje a Alaska y todo sale como espero, te
prometo que volverás a tener noticias mías. Quiero repetirte los
consejos que te di en el sentido de que deberías cambiar
radicalmente de estilo de vida y empezar a hacer cosas que antes ni
siquiera imaginabas o que nunca te habías atrevido a intentar. Sé
audaz. Son demasiadas las personas que se sienten infelices y que no
toman la iniciativa de cambiar su situación porque se las ha
condicionado para que acepten una vida basada en la estabilidad, las
convenciones y el conformismo. Tal vez parezca que todo eso nos
proporciona serenidad, pero en realidad no hay nada más perjudicial
para el espíritu aventurero del hombre que la idea de un futuro
estable. El núcleo esencial del alma humana es la pasión por la
aventura. La dicha de vivir proviene de nuestros encuentros con
experiencias nuevas y de ahí que no haya mayor dicha que vivir con
unos horizontes que cambian sin cesar, con un sol que es nuevo y
distinto cada día.
***
Jon
Krakauer. “Hacia rutas salvajes”. 2015, Ediciones B
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