“El
poeta es un camaleón.
Se
adapta al medio.
Cualquier
cosa por sentir.
Y
contarlo.”
Tomás
Soler Borja.
Necesito
cierta brisa que sostenga lo mortal
y
que aun así
no
deje de caminar por mi espalda
como
un milagro.
***
De
luz y hondura
toda
la noche se detuvo
dentro
de aquella magia.
Una
mirada y se ofreció el mundo
sin
versos.
Descendían
luces en la oscuridad
ocupando
dulcemente mi carne devota
y
mi corazón.
Nunca
la eternidad sembró tanto en surcos de unas manos.
***
Todos
mis huesos se hacen agua
cuando
abandonamos
los
propósitos de orfandad
y
desnudos, cuerpo a cuerpo,
sumergidos
en ternura,
celebramos
el amor que nos vive.
***
Me
abandono
como
a un enemigo imposible de abatir.
No
hay metáforas para tanta secuela,
cuando
hasta la sangre llora en silencio.
Búscame
en algún jardín de estrellas,
estaré
esperando divisar el inexistente
equilibrio
de los ángeles.
***
Qué
frágil es la cordura de aquel que ama
había
olvidado el aroma a sal
cuando
es velado
y
surca una cama revuelta.
La
abstracción cubriendo
todos
mis credos
ante
el inevitable destino
y
este inmolarme desnuda de todo
por
el filo de una boca.
Había
olvidado la inquietud y el desvelo.
***
Colibrí
que aniquilas mi hastío:
Nacerán
más amapolas hambrientas,
las
de los sueños en la espalda,
las
que se atrincheran en tu seno
y
se preñan de tus dedos.
Es
certeza, como nuestros latidos de hoguera.
***
Me
he vencido.
Ya
no sé regresar al hogar que era para mí tu cielo.
Voy
a concederle a mi abismo
la
necesidad de posarse y descansar.
***
Teresa
Torres. “El hábitat del camaleón”. 2016. (Inédito)
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