*
Pasa
un gato y se sacude a Shakespeare
del
lomo.
No
quiero pintar
como
Mondrian,
quiero
pintar como un gorrión en las fauces del gato.
*
Llego
a casa, subo por el callejón de entrada, aparco, salgo del coche
como cualquier otro matador acabado. Pero al abrir la puerta mi gato
favorito, Gafe, me sube a los brazos de un salto y, de
repente, vuelvo a estar enamorado.
otra
víctima
atropellaron
al gato
y
ahora un tornillo de plata sujeta el fémur
roto
y
una venda
de
color rojo vivo
le
cubre la pata derecha.
lo
traje de vuelta a casa
y
dejé de vigilarlo
unos
instantes
corrió
por el suelo
arrastrando
la pata
vendada
para
perseguir a la
gata
lo
peor que podía
habérsele
ocurrido
al
muy idiota
ahora
está
en
el
banquillo
sufriendo
por
la espera
es
como todos
nosotros
mira
fijamente
con
esos enormes ojos
amarillos
lo
único que quiere
es
disfrutar
de
la vida.
¿tragedia?
el
gato se meó en el
ordenador
y
lo dejó fuera
de
combate.
he
regresado a la
máquina
de escribir
de
toda la vida.
es
más
resistente.
puede
con las meadas de gato, la cerveza
y
el vino derramados,
la
ceniza de cigarrillos
y
puros,
lo
que le
echen.
me
recuerda
a
mí.
bienvenida
de nuevo,
vieja
amiga,
de
parte
de
un viejo amigo.
mis
gatos
lo
sé. lo sé
son
limitados, sus necesidades
y
problemas son
distintos.
pero
los observo y aprendo de ellos.
me
gusta lo poco que saben,
que
es
mucho.
se
quejan pero nunca
se
preocupan.
caminan
con una dignidad sorprendente.
duermen
con una sencillez de lo más natural que
los
humanos no
comprendemos.
sus
ojos son más
hermosos
que los nuestros.
y
duermen hasta 20 horas
al
día
sin
vacilación ni
remordimiento.
cuando
estoy
abatido
me
basta
mirar
a mis gatos
para
recuperar
el
ánimo.
estudio
a estas
criaturas.
son
mis
maestros.
Charles
Bukowski. “Gatos”. 2016, Visor.
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