<<Ése
viene a por ti>>, susurró Vladimir al oído de Eva, una
hermosa niña rubia, cuatro años menor que él. Desde que sus padres
le abandonaron en el orfanato, había desarrollado un olfato especial
para detectar el interés de quienes visitaban el centro. Siempre en
la misma posición, pegado a la pared, como si un pelotón de
fusilamiento fuera a descargar sus balas en su endeble cuerpo, había
experimentado la indiferencia de decenas de parejas que había
desfilado ante él. Nadie parecía verle, pero ya se había
resignado. Eva le apretó el brazo: <<Hasta siempre,
Vladimir>>.
Ana
Belén Sánchez Sánchez. "Relatos en cadena". 2008, Alfaguara.
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