LA
BUENA VIDA
con 4 años 5
ya iba yo solo
y durante tres meses
fui cada tarde
a casa de don paco
el practicante del barrio
a ponerme inyecciones
para un eccema
que me había salido
por detrás de las rodillas:
desde entonces
desde tan temprana edad
las agujas
como mosquitas
no han hecho otra cosa
que cebarse conmigo:
agujas anestésicas
clavándose en mis nervios
a flor de piel
así como en aquellos otros
que habitan las oscuras
y profundas cavernas
de mi maltratada dentadura
agujas espeleólogas:
como esas otras
que se incrustan
en mi columna vertebral
para que desaparezca
el intenso y desquiciante dolor
que me causa la inflamación
en el nervio del disco
agujas espeleólogas:
agujas contra el tétanos
contra el tifus también:
agujas de tinta china
marcándome como a caín:
agujas adictas a la heroína
pocas muy pocas
y solo por probar
por pura y malsana curiosidad:
agujas con alimentos también
salvándome la miserable vida:
y finalmente
de quince años acá
y hasta que me convierta en
ceniza
agujas con insulina
que me mantienen con vida
pinchándome
por debajo de la piel
cuatro veces al día
cuatro veces al día
cuatro veces al día
cuatro veces al día:
en definitiva
y aquí es adónde quería
llegar
yo SÍ puedo decir
y no los nobles y príncipes
de los cuentos de hadas reales
yo SÍ puedo gritar
y no ellos
y gritarlo bien alto
que me he pasado la vida
esta puñetera vida
viviendo
entre algodones:
te doy mi palabra:
hettie jones:
David González. “Si te echan
mano al cuello, encontrarán la soga. [Los que viven conmigo,
cuaderno 3]. 2016, Editorial Le Tour 1987
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