TESTAMENTO
(NOTAS A PIE DE PÁGINA)
Unos
meditan en cualquier cosa mientras el agua cede su silueta al lavabo.
Y no son alfareros. Otros dirán, al descubrir residuos de su cuerpo
en la mayólica: leopardo, impidiendo que se oiga el rugido
del desagüe. Pero la ráfaga que emparentó las hojas viudas que
bailaban lentas sobre el bronce escamoso del tejado, con las olas sin
mar de unas palabras en griego antiguo, no estampó su firma. Y qué
podrá su generosidad decirnos salvo no hay por qué o de
nada.
La
muchacha del Hotel Juventud llenaba cubos, apilaba ropas, frotaba
espejos como si borrara del piso de madera su saludo resinoso: un
pétalo crujiente, el manso crepitar del bosque checo. Otros serían,
en cambio, sus reparos al modo en que cada uno sueña con llevar algo
a cabo sin formar parte de ello: objetos
que no acusen, preguntas que llegué o no a formular:
¿Qué
es el sexo? ¿Es también el azar en tu idioma primera obligación
del día, una modalidad distinta de retirar las sábanas; tus pies
que sobreviven a un pasillo resbaladizo para terminar en una
habitación desordenada; analogías que legislan la aparente
unidireccionalidad de la rosa?
Las
campanas tontean. Pacientemente esquila el sol el cielo. Ya en el
papel, la dejo recogiendo aquella nota absurda como un himno de
emotividad. Dejo también una casa caliente sobre el empedrado, las
estatuas doradas de un palacio vecino, puentes sorprendidos en la
espina dorsal de una caricia que no pueden barrer los abedules:
algunas sugerencias para el último segundo.
Luis
Antonio de Villena. “La lógica de Orfeo. (Antología)”. 2003,
Visor.
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