LA
PALABRA
Naturaleza:
gracias por este don supremo
del
verso, que me diste;
yo
soy la mujer triste
a
quien Caronte ya mostró su remo.
¿Qué
fuera de mi vida sin la dulce palabra?
Como
el óxido labra
sus
arabescos ocres,
yo
me grabé en los hombres, sublimes o mediocres.
Mientras
vaciaba el pomo, caliente, de mi pecho,
no
sentía el acecho,
torvo
y feroz, de la sirena negra.
Me
salí de mi carne, gocé más alto:
oponer
una frase de basalto
al
genio oscuro que nos desintegra.
José
Alberto Santiago. “Antología de la poesía argentina”. 1973,
Editora Nacional.
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