[Ya
no llevo la cuenta de tus meses...]
Ya
no llevo la cuenta de tus meses.
Algunos
se perdieron.
Y
el resto
tuvieron
que desordenarse
cuando
no hubo herida
después
del azul.
[Hurgo
en la historia del dolor...]
Hurgo
en la historia del dolor
y
mantengo intacta la memoria.
Si
no te gusta la sangre que derramaste, puedes arder.
Yo
no tiemblo al volver la vista atrás;
para
decirle a mis hijos,
que
no es lo mismo
matar
que morir.
Y
que un poeta
es
un salto necesario hacia el abismo
de
sus caminos.
VIII
de
aquí a la eternidad podré seguir viviéndote
a
través de todos los recuerdos que evoca tu nombre
desaparecido
que
ya solo sean recuerdos,
es
desgarrador
pero
me salva, me salvas
y
al fondo de este mar que quiso también ser tuyo,
está
mi infancia
acuosa
otra
vez, fijando nuestras huellas en la arena
(juntas)
porque
parece ser que el dolor, nunca se entierra
ni
sabe de juegos
X
este
papel en blanco se asemeja al vacío
como
tu falta
llenarlo
de ti, desnudar el subconsciente, exhibir las tripas
y
castigarme de nuevo
¿es
vital?,
jamás
llegaste a entenderlo del todo, madre
letras
en cueros provocando semblante serio
y
es curioso y es terco el destino que me limita, después de ti,
al
verso vestido de negro por completo,
al
recato
al
duelo
XV
ha
sido indrescriptiblemente cruel
deshacerse
de tus pertenencias,
sin
la certeza de que aún te pertenezcan
guardar
tus recuerdos, apilar pasajes de tu vida
y
poder olerte aún, en simples objetos
tan
cruel
y
tan obsceno sorprenderme acariciando lo material,
para
suplirte en todas las cosas
para
suplirte.
Ana
María Arroyo. “Desde los meses más al sur”. 2017, Unaria
ediciones.
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