<<No
hasta que por fin me haya mordido>>, decía Cleo, sujetando
fuertemente aquella culebrilla que habíamos encontrado en el río.
Era una calurosa tarde de verano y nos encontrábamos sentadas al
borde del agua. En el colegio nos habían explicado la historia de
Cleopatra, reina de Egipto, y nos había impresionado mucho
enterarnos de que se había suicidado haciéndose morder por una
cobra. Las dos sabíamos que las culebras de río son inofensivas,
pero a mí me daba un poco de grima. La serpiente se le escurrió de
entre los dedos y buscó cobijo bajo una piedra. Cleo la levantó y
allí la esperaba el alacrán.
Mª
Luisa Masip Fernández de Liencres."Relatos en cadena". 2008, Alfaguara.
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