CELEBRACIÓN
Para
Ariadna G. García
Como cada año amarillo
la calle se llenan de vestidos
que hacen daño en el cuello,
de pies con zapatos de baile
para estatuas.
En las casetas de tiro surgen
chaquetas con hombros,
proyectiles excesivos
que escupen regalos a las nubes.
Peluches agujereados,
pequeñas botellas abolladas
y tesoros que almacenaremos
en un anaquel inadvertido.
Estaciones atrás, un día como
éste,
me crucé con una ristra de
celofanes,
con mujeres que decían lo
hermoso
que es coleccionar brillos y
baberos.
Sollocé y pataleé
por un pedazo rojo brillante:
alguien me regaló
lo que parecía un bastón de
caramelo.
Al morderlo, el plástico me
reveló
que jamás lo que deseamos se
parece a lo obtenido.
Con la soberbia de la infancia,
tiré al suelo el obsequio de
ese alguien
―¿desde
cuándo la bondad tiene rostro?―
lo
pisoteé e hice del bastón
una
caricatura de azúcar astillado.
Al
saber qué había hecho, me eché a llorar:
todos
los niños ―menos
yo―
tenían un bastón,
exactamente
igual a aquel que yo hice trizas.
Siempre
todos menos yo; siempre nadie menos yo.
Hoy
sigo destruyendo
―cebándome
con saña―
las
cosas que más quiero.
ÁNIMO
Necesito
una señal cirílica en el hombro
que
me anime a continuar respirando
en
este idioma perverso.
Quiero
dejar de ser
amarga
como
los planetas que el árbol llora
al
empezar el tiempo
y
que se desgajan ―son
hilos de bombilla―
si
chocan con el mapa de mis manos.
Sello
de luciérnaga,
los
ojos de Croacia me persiguen.
Elena
Medel. “La lógica de Orfeo (Antología) Luis Antonio de Villena”.
2003, Visor.
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