Abrumado
por tanta responsabilidad, el animal había huido. Los
acontecimientos posteriores parecían sacados de una película de
Berlanga. Los invitados, con sus mejores galas, buscándole por las
calles del pueblo, el cura gritando <<¡Lucifer! ¿Dónde
estás?>>, mi casi suegra (que fue quien tuvo la feliz idea de
que el perro llevara los anillos al altar) increpando a un lugareño
cuya perrita blanca también había desaparecido, y yo, sentado en la
escalinata de la iglesia con la pajarita en mi mano, contemplando el
espectáculo con una sonrisa como hacía meses no se me veía. Para
cuando encontraron a Lucifer, Marta y yo, abrumados por tanta
gilipollez, habíamos huido también.
Carlos
Sánchez Sánchez. "Relatos en cadena". 2008, Alfaguara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario