LA
LLEGADA DE LA GUERRA: ACTEÓN
UNA
imagen del Leteo,
y
los campos
llenos
de luz tenue
pero
dorada,
grises
riscos
debajo
de los cuales
hay
un mar
más
áspero que el granito,
inquieto,
siempre moviente;
altas
formas
con
el movimiento de los dioses,
peligroso
aspecto.
Alguien
dijo:
<<Ése
es Acteón.>>
¡Acteón
de las grebas doradas!
En
los hermosos prados,
en
la fría faz de aquel campo,
inquietas,
siempre movientes,
hay
las huestes de un pueblo antiguo,
el
silencioso cortejo.
UN
PACTO
HAGAMOS
un pacto, Walt Whitman.
Largo
tiempo te he detestado.
Voy
hacia ti como un rapaz
crecido
cuyo padre tuvo
cabeza
de cerdo.
A
mi edad, puedo hacer amigos.
Cortaste
la madera nueva,
llegó
el tiempo ya de tallarla.
Tu
savia y raíz son las mías.
¡Que
haya comercio entre nosotros!
ITÉ
¡ID,
cantos míos! Buscad las alabanzas de los jóvenes
y
de los intolerantes,
moveos
entre los que aman sólo la perfección.
Permaneced
siempre en la difícil luz de Sófocles
y
sufrid alegremente sus heridas.
EN
UNA ESTACIÓN DEL METRO
ESOS
rostros en la apretada multitud
son
como pétalos de una rama negra y húmeda.
Agustí
Bartra. “Antología de la poesía norteamericana”. 1974, Plaza &
Janes.
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