Castilla
es una alfombra gastada, llena de islas y calvas que se extienden más
allá de donde caen rendidas las miradas más atléticas del mundo.
La mía es perezosa. Confía más en lo que recuerda que en lo que
ve. No sé dónde andará el Duero. El tren lo rehúye. Ni lo quiere
cortar. Río niño muerto que navega boca abajo entre pinares, con un
espejo atado a la espalda. El niño cauce baja cadáver. Parece que
lo diga Lorca. Suena ridículo sentado en este tren, rodeado de
oficinistas y comerciales que responden emails. La tierra no es grata
ni ingrata. No vive de adjetivos. Los escupe creando ese fuego que
quema el campo con lenguas lentas. Ojalá me explicase mejor. Creo
que Castilla es extender la mano y ponerla a ras de horizonte. La
palma bien recta, procurando que tu imagen reflejada en la ventanilla
no lo estropee.
Luis Acebes. 2016, de su muro de Facebook.
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