DECLARACIÓN
DE PRINCIPIOS
Todo
lo que ha empezado ya no importa,
lo
que estrené dejó de interesarme,
regalos
abiertos de nuestras ilusiones,
inocencia
perdida a quién le importa cuándo.
El
principio es el fin, y cualquier medio
para
empezar de nuevo no es lícito.
Las
palabras se agotan al pensarlas,
los
libros se terminan en sus títulos,
qué
cansancio insistir, nos han anticipado
cuál
será el desenlace de la trama.
No
hay posible sorpresa, y lo que nos aguarda
son
unos aburridos minutos de basura.
UN
GOLPE DE SUERTE
Apura
ya la copa de una vez,
o
pisa a fondo y no vuelvas atrás.
Hasta
que te haga daño, pégale:
dale
gusto al gatillo. La verdad
es
un golpe de suerte. Escríbele
a
tu dios, si lo tienes, un final
para
esta antigua historia que no entiendes;
o
haz un jardín, o un hijo, qué más da.
Tropiézate
esa suerte que creías
que
no tropezaría en ti jamás
y
acuéstate con ella hasta robarle el alma.
Se
trata de que tengas otro golpe de suerte.
Otro
golpe de suerte nada más.
EPITAFIO
PARA WILLIAM CUTHBERT FAULKNER
Para
Ramiro Fonte, de Oxford, Mississippi
Aspiró
a la holgazanería y la contemplación;
él,
que escribió infatigable.
Hizo
de casi todo en este perro mundo.
La
vida, observada tras su lente de aumento,
aparece
siniestra con frecuencia,
un
perverso lugar donde sucede
algo
que no sabemos explicar ni explicarnos.
Bebió
más de la cuenta,
amó,
montó a caballo.
Su
recuerdo y su prosa
son
un puerto, un emblema
y
un dique contra ese perro mundo,
para
los holgazanes y los contemplativos.
JUEGO
DE NIÑOS
Cuatro
o cinco palabras aprendidas
en
la noche del tiempo, siendo niños,
nada
más que esas cuatro o esas cinco
palabras
aprendidas son precisas,
para
nombrar los dos o tres asuntos
que
merecen nombrarse en esta vida.
El
resto es lo que queda cuando a la poesía
le
hemos quitado todo lo que es la poesía.
Carlos
Marzal. “Los países nocturnos”. 1996, Tusquets Editores.
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