Fragmentos:
En
otros tiempos yo era joven y me orientaba tanto más fácilmente y
podía hablar con nerviosa inteligencia sobre cualquier cosa, con
claridad y sin preámbulos tan literarios como éste; en otras
palabras, ésta es la historia de un hombre que no se tiene mucha fe,
y al mismo tiempo la historia de un inútil egomaníaco y bufón de
nacimiento...Empezar por el principio y dejar que la verdad vaya
surgiendo, eso es lo que voy a hacer. Todo empezó una cálida noche
de verano, ¡ay!, ella estaba sentada sobre un guardabarros con
Julien Alexander que es...Será mejor que empiece con la historia de
los jóvenes subterráneos de San Francisco.
***
El
día gris, la lamparita roja, yo no le había oído contar una
historia semejante a nadie, exceptuando a los grandes hombres que
había conocido en mi juventud, esos grandes héroes estadounidenses
que habían sido mis compañeros, con los cuales había vivido
aventuras y había estado en la cárcel y conocido las auroras
harapientas, los beat sentados en los bordillos de las aceras
viendo símbolos en las alcantarillas saturadas, los Rimbaud y los
Verlaine de los Estados Unidos en Times Square, siempre muchachos.
Ninguna mujer me había conmovido jamás con un relato de sufrimiento
espiritual, mostrando tan hermosamente su alma resplandeciente como
la de un ángel que vagara por el infierno y el infierno eran las
mismas calles por las cuales yo había vagado siempre observando,
esperando que apareciera alguien exactamente como ella, y ni siquiera
soñando la oscuridad y el misterio y la eventualidad de nuestro
encuentro en la eternidad, la inmensidad de su rostro, que ahora era
como la repentina y vasta cabeza del Tigre en un cartel detrás de la
cerca de madera en los humosos corralones de residuos de las mañanas
de sábados sin escuela, directa, hermosa, insana, en la lluvia. Nos
acariciamos, nos abrazamos estrechamente, ahora era como el amor, yo
estaba atónito; hicimos de todo en el living-room,
alegremente, sobre los sillones, en la cama, dormimos enlazados,
satisfechos; yo le enseñaría más sexo que...
***
Pero
el más profundo presagio y profecía de todo lo que había de
ocurrir había sido siempre que, cuando yo entraba en Heavenly Lane,
al doblar de golpe la esquina, levantaba l avista, y si la luz de
Mardou estaba encendida, la luz de Mardou estaba encendida. <<Pero
un día, querido Leo, esa luz no brillará para ti>>, y ésta
era una profecía que no dependía ni de todos sus Yuris ni de
ninguna atenuación de la serpiente del tiempo. <<Algún día
no la encontrarás allí arriba, cuando quieras encontrarla, la luz
estará apagada, alzarás la mirada y Heavenly Lane estará a
oscuras, y Mardou se habrá ido, y esto ocurrirá cuando menos te lo
esperes, cuando menos lo desees.>> Siempre lo he sabido; ésa
fue la idea que repentinamente atravesó mi mente aquella noche,
cuando escapé para encontrarme con Sam en el bar, (…)
Jack
Kerouac. “Los subterráneos”. Editorial Anagrama, 1996
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