Frente al silencio.

Frente al silencio.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Arthur Rimbaud




PROSAS EVANGÉLICAS



      En Samaría, muchos manifestaron su fe en él. Él no los vio. Samaria [se enorgullecía] la advenediza, la pérfida, la egoísta, más rígida cumplidora de su ley protestante que Judea de las tablas antiguas. Allí, la riqueza universal permitía muy poca discusión ilustrada. El sofisma, esclavo y soldado de la rutina, ya había degollado, tras llenarlos de halagos, a diversos profetas.
      Eran palabras siniestras las de la mujer en la fuente:
<<Sois profeta, y sabéis lo que he hecho.>>
      Hombres y mujeres creían en los profetas. Ahora se cree en el hombre de estado.
      A dos pasos de la ciudad extranjera, incapaz de amenazarla materialmente, se había comportado como profeta, y puesto que se había mostrado allí de forma tan extraña. ¿qué habría hecho?
      Jesús no pudo decir nada en Samaría.








UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO



      Antaño, si no recuerdo mal, mi vida era un festín en el que todos los corazones se abrían, en el que corrían todos los vinos.
      Una noche senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.
      Me he armado contra la justicia.
      He huido. ¡Oh brujas, miseria y odios, a vosotros ha sido confiado mi tesoro!
      Logré que en mi espíritu se desvaneciera toda esperanza humana. Sobre toda alegría, para estrangularla, he dado el sordo salto de la bestia feroz.
      He llamado a los verdugos para morder, mientras perecía, la culata de sus fusiles. He invocado a las pestes, para ahogarme con la arena, la sangre. La desgracia ha sido mi dios. Me he revolcado en el barro. Me he sacado al aire del crimen. Y le he hecho buenas jugadas a la locura.
      La primavera me ha traído la espantosa risa del idiota.
Pues bien, muy recientemente, encontrándome a punto de hacer el último ¡cuac!, he pensado en buscar la llave del antiguo festín, en el que quizá recuperase el apetito.
      La caridad es esa llave. Esta inspiración prueba que he soñado!
      <<Seguirás siendo hiena, etc...>>, exclama el demonio que me coronó con tan amables adormideras. <<Llega a la muerte con todos tus apetitos, no sólo con tu egoísmo, sino con todos tus pecados capitales.>>
     ¡Ah! Ya estoy harto de todo esto: ¡Pero yo te conjuro, querido Satán, con una pupila menos irritada! Y mientras aguardo las últimas pequeñas cobardías, separo para ti, que amas en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, algunas de estas repugnantes hojas de mi carnet de condenado.












ALBA



      He abrazado al alba del verano.
Nada se movía aún en la fachada de los palacios. El agua estaba muerta. Los campos de sombra no abandonaban el camino del bosque. Reanimé, mientras caminaba, los alimentos vivos y tibios, y las pedrería miraron y las olas se alzaron en silencio.
      La primera conquista, en el sendero invadido ya por frescos y pálidos brillos, fue una flor que me dijo su nombre.
      Reí a la rubia cascada que se desmelenó por entre los pinos: en la cima plateada reconocí a la diosa.
      Entonces levanté los velos uno a uno. En la alameda. Mientras movía los brazos agitadamente. En la llanura, donde denuncié al gallo. En la gran ciudad ella huía entre los campanarios y las cúpulas y, corriendo como un mendigo por los muelles de mármol, le daba caza.
      En lo alto del camino, cerca de un bosque de laureles, la rodeé con sus velos amontonados, y pude sentir levemente su inmenso cuerpo. Alba y niño cayeron en el fondo del bosque.
      Al despertar era mediodía.








Arthur Rimbaud. “Prosa completa”.1991, Ediciones Cátedra.





No hay comentarios: