ANHELO
Esta
noche, esta noche,
mi
alma quisiera ser
un
devastador fuego,
que
prendiera los bosques intrincados
del
laberinto de la vida humana.
Ser como un lago,
cárcel
transparente,
de
un paisaje soñado;
paraíso
insondable, loco abismo
de
cielos,
sin
límites de asombro y esperanza.
Esta
noche, mis ojos
debieran
arrancarle a las estrellas
la
luz secreta, ardiente;
cegándose
en la llama inolvidable
de
su cálido aroma.
Si
esta noche, esa música
virgen
de acento humano
me
robara
la
sombra que se alarga por la tierra
huérfano
de aquel sol, eterna causa.
Y
14
Tan
lejos va el recuerdo, tan lejana
la
imagen ―esta
noche―
del pasado,
tan
parece mentira lo soñado
como
la realidad de fiel mañana.
Esfumándose
va, materia vana,
aquello
que en mi mente está grabado,
y
no sé si es real o imaginado
todo
aquel mundo donde anduve ufana.
Instantes
son de angustia, cuando veo
cómo
se me deshace lo que un día
fuera
luz y verdad resplandeciente.
Yo
quisiera creer, y ya no creo.
Allí
me miro. Y era. Allí vivía.
Hoy
sólo sombras luchan en mi frente.
HAY
UN SITIO EN LA NOCHE
Hay
un sitio en la noche,
rota
la oscuridad,
que
abre el recuerdo
y
desvela paisajes,
y
enternece
la
dureza de un nombre.
Como pájaro gris, desorientado,
Como pájaro gris, desorientado,
deja
una sombra rápida
de
asombro.
Brilla
un momento el aire.
Se
desgarran las nubes,
un
vislumbre de azul
deslumbra,
y surge
la
visión, que, perdida,
nueva
arde.
Elena
Martín Vivaldi. “En el corazón de la noche”. 2013, Entorno
gráfico (Atarfe).
No hay comentarios:
Publicar un comentario