Fragmentos
Aunque
en muchas ocasiones se intente separar la existencia de la literatura
de un autor, esta siempre tiene retazos de aquella. Puede ser un
lugar, un episodio o simplemente un nombre, pero de un modo u otro
siempre están unidas. En este caso es aún más necesario dar unas
pequeñas pinceladas de las vivencias del poeta, porque se trata de
hacer más visible las intenciones actuales de creación, pero con
David González no puede ser así: hay que hablar de su vida a través
de su poesía, porque su historia está revivida en cada uno de sus
versos. No hablamos de una influencia sutil, sino que sus poemas son
su vida y su vida es su obra. Y esta es una de las claves de su
poesía: David es un poeta totalmente autobiográfico y utiliza su
propia existencia (…)
Así
pues, en este estudio me gustaría proponer una nueva denominación
de la poesía de David González: “poética de la consciencia”
porque, aunque no es incorrecto que se le incluya en la nómina de
los poetas de la conciencia crítica (mientras esté configurado como
grupo heterogéneo y abierto), González está un paso por delante de
esta forma de creación al vivir en sus propios huesos los conflictos
que relata, al hacer suyos los sentimientos de todos los presos, los
desahuciados, los trabajadores explotados, los enfermos, los muertos
por culpa de las drogas, las mujeres maltratadas, entre otros muchos
―porque,
al fin y al cabo son los propios―,
Y al exteriorizar sus versos desde una situación de marginalidad
reafirmada y desde una posición no acomodada. (...)
Como
he intentado ―y
espero haber conseguido―
desarrollar a lo largo del trabajo, la poética de la consciencia de
David González nos invita a despertar, a ser autónomos, y no
autómatas como el sistema pretende, en definitiva, a pensar, a
través de la formulación de la poesía de choque, de la conmoción.
En tiempos como el nuestro de sequía intelectual por falta de
medios, de alienación y de apatía, el ejemplo de la vida de David
hecha poesía se erige como un ciclón, arrollando todo lo que
encuentra a su paso para que sus lectores vean cómo es la vida. (…)
¿Qué
te llevó a escribir y, más concretamente, qué te llevó a escribir
poesía?
Lo
que me llevó a escribir fue la rabia. Sí. La rabia. Ante las
injusticias que yo mismo había cometido con otras personas y las
injusticias que estaban cometiendo conmigo. Injusticias que me di
cuenta procedían de los poderosos por así llamarlos. Injusticias
que ellos cometían con nosotros y que nosotros reproducíamos con
nuestros semejantes. La rabia ante esa serie de cosas hizo que me
decidiera a escribir, para, en principio, denunciarlas. Claro, luego
me di cuenta que las peores injusticias no son sociales sino
existenciales, las emocionales, pues de estas últimas proceden las
primeras, las sociales. De hecho, en la cárcel, escribí en una
revista “Cautivos do demo”, “Cautivos
del demonio”, y lo primero que escribí fueron dos poemas y un
artículo protestando por las condiciones higiénicas del módulo en
que me encontraba. Luego, ya te digo, años después, de repente,
porque fue así, de repente, como si alguien me dictase al oído,
empecé a escribir los poemas de El demonio te comas las orejas, y
bueno, hasta hoy.
Natalia
Salmerón Suero. “Aquello que conservamos después del naufragio.
Un acercamiento a la poética de la consciencia de David González”.
2015, Origami.
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