LA
ESPERA
Fumo
un cigarrillo
de
media mañana
en
la terraza.
Los
árboles del parque
siguen
mudando de color,
mientras
el mundo ruge,
cerca
y lejos,
en
mil focos de conflicto.
Pero
la calle
está
llena
de
gente endomingada.
Es
fiesta: día uno
de
noviembre.
Una
hermosa mujer
baja
por la acera,
resplandeciente
de poder
y
de belleza.
No
sé muy bien qué hago aquí.
Nunca
lo supe.
La
espera
continúa.
VERDADES
MATEMÁTICAS
Tú
y yo, está visto
somos
líneas paralelas.
A
mí de pequeño me dijeron
que
dos líneas paralelas
se
hacen secantes
―es
decir: se cruzan―
en
el infinito.
Vamos
a tener
que
armarnos de paciencia.
LA
LLAMADA DE LA ESCRITURA
Necesidad
de escribir, pero ¿de escribir qué?
Es
bueno ser poeta. Pero la poesía
es
una espera permanente; una sucesión
de
tiempos muertos que de vez en cuando alumbra
la
llama más o menos viva de una vela.
El
escritor necesita sus cámaras y acción;
una
continuidad gozosa de la idea en desarrollo.
Las
palabras deben ser el río que nos lleve.
Hace
tanto tiempo que no fluye este río
que
ya dudo que un día sus aguas me arrastraran.
Dudo
de mi nombre. Dudo de mis manos. Dudo
incluso
de mi rostro; los espejos me devuelven sobresaltos.
Necesidad
de escribir. Necesidad de volcarme
de
nuevo en el caudal de la escritura.
Necesidad
de escribir. Cualquier cosa. Lo que sea.
Ser
pura corriente de caudalosa letra impresa.
TÓMATE
TU TIEMPO
Un
mirlo que canta en ese árbol
poco
antes de que llueva.
El
árbol está ahí abajo,
al
pie de mi ventana.
Siempre
un árbol,
siempre
un mirlo,
siempre
una ventana.
Siempre
el alto cielo gris.
Es
asombroso, cómo nunca
llego
a cansarme de esto.
El
puro karma del momento.
El
puro karma de escucharlo.
Roger
Wolfe. “Gran esperanza un tiempo”. 2013, Renacimiento.
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