Silogismos
Desconfiad
de quienes vuelven la espalda al amor, a la ambición, a la sociedad.
Se vengarán de haber renunciado a ello.
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El
pesimista debe inventarse cada día nuevas razones de existir: es una
víctima del <<sentido>> de la vida.
*
Para
vengarnos de quienes son más felices que nosotros, les inoculamos ―a
falta de otra cosa―
nuestras angustias. Porque nuestros dolores, desgraciadamente, no son
contagiosos.
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Si
alguna vez has estado triste
sin motivo, es que lo
has estado toda tu vida sin saberlo.
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Deambulo
a través de los días como una puta en un mundo sin aceras.
*
Nada
nos seduce tanto como la obsesión por la muerte; la obsesión,
no la muerte.
*
Nacemos
con tal capacidad de ilusión que otros diez planetas no podrían
agotarla ―la
Tierra lo logra de modo natural.
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En
los momentos cruciales de la vida, la ayuda del cigarro es más
eficaz que la de los Evangelios.
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Creo
en la salvación de la humanidad, en el porvenir del cianuro.
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El
insomnio es la única forma de heroísmo compatible con la cama.
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En
pleno hastío, nos deslizamos hacía el punto más bajo del alma y
del espacio, hacía las antípodas del éxtasis, hacía las raíces
del Vacío.
*
Apenas
adolescente, la perspectiva de la muerte me horrorizaba; para huir de
ella corría al burdel o invocaba a los ángeles. Pero con la edad
nos acostumbramos a nuestros propios terrores, no hacemos nada por
quitárnoslos de encima, nos aburguesamos en el Abismo. ―Y,
si hubo un tiempo en que envidiaba a esos monjes de Egipto que
cavaban sus tumbas para llorar sobre ellas, si cavara ahora yo la
mía, sería para no arrojar más que colillas.
E.
M. Cioran. “Silogismos de la amargura”. 1990. Tusquets Editores.
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