Cuánto
me gustaría amarte
como
un reloj sin minutero,
como
un paraguas lleno de agujeros.
Rendirte
un homenaje a destiempo
sin
esperar que hayas muerto.
Envolverte
como a un ángel,
que
habiendo perdido sus alas,
se
extravía
desde
el infierno al cielo.
En
mil lenguas sedientas
me
gustaría susurrarte:
sí,
te quiero.
Morder
tus labios con ternura,
tragarme
tu sonrisa,
romper
mi silencio en tu boca
atrapada
bajo la lluvia,
ya
sea en Luzbel o en el desierto.
Cuánto
me gustaría amarte
como
un teléfono descolgado,
como
un espejo cómplice,
y
acorde con las fases de la luna
naufragar
en tu mar envolvente.
Querría
llenarme los ojos con tu mirada,
colmarme
la boca con tu piel,
ahogarme
con tus suspiros,
abrazarte
hasta más no poder.
Recorrer
con mis labios
esa
inolvidable ciudad
que
aún llevas dentro.
Qué
no daría
por
compartir tu melancolía
cualquier
día de noviembre.
Encontrar
en tus muslos
el
pan para mi hambre,
para
mi frío tu abrigo.
Qué
no daría
por
morder tu llanto,
sorber
tu abandono.
Por
arrojar mariposas ebrias
sobre
tu cuerpo dormido,
y
bajo una luna de plata
lanzar
diccionarios al viento.
Cómo
me gustaría amarte
antes
que mi caminar se vuelva torpe,
que
mis senos sean flácidos,
antes
que mis pobres huesos
no
aguanten más mi peso.
Cómo
me gustaría amarte
y
seguir tus pasos,
aunque
éstos me conduzcan
al
mismísimo infierno...
Silvia
Cuevas-Morales. Del libro Poliamora. Editora Educación
Emergente, Puerto Rico, 2010.
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