Frente al silencio.

Frente al silencio.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Juan Corredor.



Fragmentos.


I

La literatura será autobiográfica o no será. Toda la producción literaria de Bukowski es, siguiendo el postulado de Jules Michelet, una lectura del yo. El escritor angelino se revela así como un autor radicalmente moderno gracias a una reivindicación del individualismo propio de la sociedad postmoderna, frente al carácter social de otras épocas.

Decía Francisco Umbral que lo autobiográfico sólo da para cuatro mil folios, pero hay que conseguir que dé para cuarenta mil. El escritor que ahonda en su interior tendrá ya garantizada para siempre su creación, pues lo manantiales del yo nunca se secan y aseguran, asimismo, la originalidad absoluta. La narración del yo frente a la narración de los otros. Pero lo memorialístico, plasmado en la escritura (sea ésta más o menos ficticia) no se comprende si se desliga de la experiencia no sólo del creador, sino también del lector. Ningún autor tiene mejor obra que su propia vida, ficcionalizando lo autobiográfico y autobiografiando lo ficticio. (…)





II

En un momento dado de su carrera a Bukowski empiezan a lloverle ofertas para declamar sus versos en locales públicos, primero en clubs nocturnos de Los Ángeles y, más tarde, en librerías, centros culturales e incluso universidades de todo el país. Los recitales poéticos ofrecen muchas ventajas; son una nada despreciable fuente de ingresos para un escritor siempre necesitado de dinero. Son igualmente otra manera de dar lustre a la propia figura, por más que Bukowski los menospreciara con un desganada <<sirven para pagar el alquiler>>.

La puesta en escena es siempre idéntica. Durante la noche y las horas previas al recital necesita ingerir más cerveza y whisky de los habituales. La inminencia del encuentro con el público le pone exaltado, le desasosiega de una forma ante la que se resuelve internamente. Cuánto mejor no sería estar en mi casa de Los Ángeles, delante de mi máquina y con el legado de mis escritores favoritos detrás, se dice. Si el desplazamiento debe hacerse en avión las crisis de ansiedad se agudizan.

Junto a la mesa con la lámpara y sus papeles, Bukowski exigirá siempre la presencia de una nevera en el escenario. El electrodoméstico consigue domesticar un poco su temperamento, le recuerda al familiar frigorífico de su casa, a su propia cocina, además de contener el suficiente número de botellines de cerveza como para dar de beber a un regimiento. (…)








III

Bukowski muere el 9 de marzo de 1994, cuarenta años después que un médico del hospital del condado le explicara que fallecería si tomaba una copa más.

Linda lee reside aún en la vivienda de San Pedro que ambos compartieron. No ha tocado nada en el estudio de trabajo del escritor, que permanece inalterado desde el día de su muerte. A veces, cuando por las ventanas entra la suave noche de Los Ángeles y la autopista es una culebra fulgurante, Linda Lee sube a esa habitación y llora porque siente todavía el olor a Bukowski. El olor de la literatura.





Juan Corredor. “Charles Bukowski. Retrato de un solitario”. 2014, Editorial Renacimiento.




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