Frente al silencio.

Frente al silencio.

sábado, 18 de febrero de 2017

Felipe Benítez Reyes




LA MARCA DEL AGUA


No conoce el amor la compasión.

Comparados con él,
el mar enloquecido que destroza los buques
con un látigo blanco,

el viento que desgarra las arenas

o el granizo que quiebra los trigales

son benévolos.

                           No conoce
el amor la compasión.

Y a fuego marca el tiempo que se apropia.






LA RECOMPENSA


Después de tanto asedio, de fingir que pasaba
por sus calles, por aquellos suburbios
con motos y almacenes,
después de frecuentar los bares que frecuentaba
y aquellas discotecas de sirvientas y chulos
bebiendo de los vasos más tristes que recuerdo,
por verla, por si estaba, por si acaso
la vida daba fiesta aquella noche,
y después de aguantar fiestas con gente
que ni el demonio mismo
se interesa por ella, de salir
de madrugada en coches con escándalo
de cláxones y de ruedas derrapadas
por buscarla tan sólo,
y encontrármela siempre en los brazos de aquel
camarerito con melenas,
con los ojos cargados, con las medias caídas...

Después de tanto afán que se apaga en sí mismo
en esta habitación de hotel la oigo ducharse
esa ropa hecha en casa, los zapatos gastados
y parece esa agua como la de la lluvia
en un día apagado del otoño.

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La norma del deseo, de acuerdo, es no cumplirse
para que brille siempre en la memoria,
joya muerta que esplende más allá de su enigma.
Ningún deseo vale y así lo repetimos en tertulias
tanto asedio, tanto fingir,
y esas noches en blanco, tantas copas,
pero ¿quién se lo explica al corazón?





DUERMEVELA


Labios como los tuyos los he besado
y era un sabor de niebla el que dejaban;
tu cuerpo era el de otras, y esa voz repetía
las cosas que se dicen después de haber bebido.

Como las tuyas, hubo manos que a veces
me marcaron la frente con ceniza
de la hoguera de un sueño.
Y aquello no era amor, pero tentaba.

Desploma ya la noche
su teatro sombrío (y estos labios
que beso ¿son tus labios?).
Viene la luz muy fría y lo recuerdo:
me he visto en unos ojos
que no me conocían, de agua oscura,
y ellos no me ampararon,
y un cielo muerto vi en aquellos ojos.

Algo brilla en el suelo,
y es un puñal, y es tu anillo,
y es la moneda helada de la muerte.

Pero ¿qué sitio es este
y con quién duermo, que tiene
tus manos, tu mirada y tu tristeza?

Ahora que estamos solos,
dime si son tus labios
estos labios amargos.
Ahora que la luz despunta altiva,
vámonos de este sueño.










LA PALABRA
(segunda parte)


El que oye, arrodillado,
el chasquido del látigo en el aire
y vuelve la cabeza y ve la máscara
de cuero negro y nazi y la escultura
de la diosa sangrienta del sublime dolor.

Los que huelen la ropa interior de los ausentes.

El que ruega a la puta que le diga <<Te quiero>>
y nota un gemido seco en esa cueva
con dragones atados al alma.

El que para su coche, cada tarde, a la puerta
de los colegios con dibujos
de animales de Disney en las paredes
y arde, alegre, en su infierno
ante las pequeñas divinidades de la pasión.

Los clientes de la sala de strip-tease,
sumidos en su altiva y rencorosa
complicidad de títeres
en manos de un unánime
deseo que no pide explicaciones.

Los que sueñan despiertos con el sexo de la niebla
de gente que ya ha muerto.

La alta princesa de silicona,
soñando con su Hombre.

Quien le habla de noche en un susurro
melódico y pueril a un animal inquieto.

El que escribe en el agua
un nombre clandestino, conjurando
recuerdos en hoteles eternos de una noche.

Lo que llamamos amor: una palabra, en fin,
que define la esencia secreta y más salvaje
de ese instinto que intenta protegernos
del miedo de sabernos solitarios
cuando llega esa hora
en que rugen las fieras por las fieras.






CUMPLEAÑOS


Otro año que se va. Los tantos que se fueron
nos dejaron un verbo repetido
con significados diferentes
y el mapa de un tesoro que no está en ningún mapa,
conversaciones lentas y el silencio,
y luces que se apagan y sombras que se encienden,
y el vagar de alma en pena por el alma
de lo que no supimos expresar.

Otro año, mi vida. Y nosotros buscando
la llave que nos cierre la puerta del pasado
para estar en el tiempo,
que nunca es el ayer sino el enigma,
que nunca es regresar sino perderse.





Felipe Benitéz Reyes. “La piel que busca piel en su deriva”. 2016, Frida Ediciones.


1 comentario:

Amapola Azzul dijo...

Bonita elección de poemas .
Enhorabuena.

Un abrazo.
Gracias por compartir.