LA
MARCA DEL AGUA
No
conoce el amor la compasión.
Comparados
con él,
el
mar enloquecido que destroza los buques
con
un látigo blanco,
el
viento que desgarra las arenas
o
el granizo que quiebra los trigales
son
benévolos.
No
conoce
el
amor la compasión.
Y
a fuego marca el tiempo que se apropia.
LA
RECOMPENSA
Después
de tanto asedio, de fingir que pasaba
por
sus calles, por aquellos suburbios
con
motos y almacenes,
después
de frecuentar los bares que frecuentaba
―y
aquellas discotecas de sirvientas y chulos―
bebiendo
de los vasos más tristes que recuerdo,
por
verla, por si estaba, por si acaso
la
vida daba fiesta aquella noche,
y
después de aguantar fiestas con gente
que
ni el demonio mismo
se
interesa por ella, de salir
de
madrugada en coches con escándalo
de
cláxones y de ruedas derrapadas
por
buscarla tan sólo,
y
encontrármela siempre en los brazos de aquel
camarerito
con melenas,
con
los ojos cargados, con las medias caídas...
Después
de tanto afán ―que
se apaga en sí mismo―
en
esta habitación de hotel la oigo ducharse
―esa
ropa hecha en casa, los zapatos gastados―
y
parece esa agua como la de la lluvia
en
un día apagado del otoño.
…....................................................................
La
norma del deseo, de acuerdo, es no cumplirse
para
que brille siempre en la memoria,
joya
muerta que esplende más allá de su enigma.
Ningún
deseo vale ―y
así lo repetimos
en tertulias―
tanto
asedio, tanto fingir,
y
esas noches en blanco, tantas copas,
pero
¿quién se lo explica al corazón?
DUERMEVELA
Labios
como los tuyos los he besado
―y
era un sabor de niebla el que dejaban―;
tu
cuerpo era el de otras, y esa voz repetía
las
cosas que se dicen después de haber bebido.
Como
las tuyas, hubo manos que a veces
me
marcaron la frente con ceniza
de
la hoguera de un sueño.
Y
aquello no era amor, pero tentaba.
Desploma
ya la noche
su
teatro sombrío (y estos labios
que
beso ¿son tus labios?).
Viene
la luz muy fría y lo recuerdo:
me
he visto en unos ojos
que
no me conocían, de agua oscura,
y
ellos no me ampararon,
y
un cielo muerto vi en aquellos ojos.
Algo
brilla en el suelo,
y
es un puñal, y es tu anillo,
y
es la moneda helada de la muerte.
Pero
¿qué sitio es este
y
con quién duermo, que tiene
tus
manos, tu mirada y tu tristeza?
Ahora
que estamos solos,
dime
si son tus labios
estos
labios amargos.
Ahora
que la luz despunta altiva,
vámonos
de este sueño.
LA
PALABRA
(segunda
parte)
El
que oye, arrodillado,
el
chasquido del látigo en el aire
y
vuelve la cabeza y ve la máscara
de
cuero negro y nazi ―y
la escultura
de
la diosa sangrienta del sublime dolor.
Los
que huelen la ropa interior de los ausentes.
El
que ruega a la puta que le diga <<Te quiero>>
y
nota un gemido seco en esa cueva
con
dragones atados al alma.
El
que para su coche, cada tarde, a la puerta
de
los colegios con dibujos
de
animales de Disney en las paredes
y
arde, alegre, en su infierno
ante
las pequeñas divinidades de la pasión.
Los
clientes de la sala de strip-tease,
sumidos
en su altiva y rencorosa
complicidad
de títeres
en
manos de un unánime
deseo
que no pide explicaciones.
Los
que sueñan despiertos con el sexo de la niebla
de
gente que ya ha muerto.
La
alta princesa de silicona,
soñando
con su Hombre.
Quien
le habla de noche en un susurro
melódico
y pueril a un animal inquieto.
El
que escribe en el agua
un
nombre clandestino, conjurando
recuerdos
en hoteles eternos de una noche.
Lo
que llamamos amor: una palabra, en fin,
que
define la esencia secreta y más salvaje
de
ese instinto que intenta protegernos
del
miedo de sabernos solitarios
cuando
llega esa hora
en
que rugen las fieras por las fieras.
CUMPLEAÑOS
Otro
año que se va. Los tantos que se fueron
nos
dejaron un verbo repetido
con
significados diferentes
y
el mapa de un tesoro que no está en ningún mapa,
conversaciones
lentas y el silencio,
y
luces que se apagan y sombras que se encienden,
y
el vagar de alma en pena por el alma
de
lo que no supimos expresar.
Otro
año, mi vida. Y nosotros buscando
la
llave que nos cierre la puerta del pasado
para
estar en el tiempo,
que
nunca es el ayer sino el enigma,
que
nunca es regresar sino perderse.
Felipe
Benitéz Reyes. “La piel que busca piel en su deriva”. 2016,
Frida Ediciones.
1 comentario:
Bonita elección de poemas .
Enhorabuena.
Un abrazo.
Gracias por compartir.
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