DICHTERLIEBE
La
poesía tiene una sola realidad: el sufrimiento.
Baudelaire
lo atestigua, Ovidio aprobaría
afirmaciones
semejantes.
Y
esto por otra parte garantiza
la
supervivencia amenazada de un arte
que
pocos leen y al parecer
muchos
detestan,
como
una enfermedad de la conciencia, un regazo
de
tiempos anteriores a los nuestros,
cuando
la ciencia cree disfrutar
del
monopolio entero de la magia.
VIDAS
DE LOS POETAS
En
la poesía no hay final feliz.
Los
poetas acaban
viviendo
su locura.
Y
son descuartizados como reses
(sucedió
con Darío).
O
bien los apedrean y terminan
arrojándose
al mar con cristales
de
cianuro en la boca.
O
muertos de alcoholismo, drogadicción, miseria.
O
lo que es peor: poetas oficiales,
amargos
pobladores de un sarcófago
llamado
Obras Completas.
CONTRA
LOS RECITALES
Si
leo mis poemas en público
le
quieto su único sentido a la poesía:
hacer
que mis palabras sean tu voz,
por
un instante al menos.
PAYASOS
Por
los payasos habla la verdad.
Como
escribió Freud, la broma no existe:
todo
se dice en serio.
Sólo
hay una manera de reír:
la
humillación del otro. La bofetada,
el
pastelazo o el golpe
nos
dejan observar muertos de risa
la
verdad más profunda de nuestro vínculo.
Todo
payaso es caricaturista
que
emplea como hoja su falso cuerpo deforme.
Distorsiona,
exagera ―y
es su misión―
pero
el retrato se parece al modelo.
Vuelve
cosa de risa lo intolerable.
Nos
libera
de
la carga de ser,
la
imposible costumbre de estar vivos.
Cuando
se extingue la carcajada y cesa el aplauso,
nos
quitamos las narizotas,
la
peluca de zanahoria, el carmín,
el
albayalde que blanquea nuestra cara.
Entonces
aparece lo que somos sin máscara:
los
payasos dolientes.
PANTEONES
Veo
entre la niebla el cementerio en silencio.
No
pienso en otro mundo: me indigna este
que
se deshace así de los muertos.
Da
horror pensar en los restos abandonados,
más
durables que afectos y gratitudes.
Hay
que acabar con los panteones y su intolerable perpetuación
del
olvido.
Todos
debemos ser ceniza arrojada al aire,
volver
cuanto antes al polvo
que
en su misericordia nos absuelva y acoja.
José
Emilio Pacheco. “En resumidas cuentas. Antología”. 2004, Visor.
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