Fragmentos:
Lunes
22 de mayo de 1944
La
atmósfera de espera no puede ser más tensa. Una buena parte de los
que creíamos “buenos” holandeses han dejado de creer en los
ingleses; todo el mundo no se conforma con el famoso bluff inglés.
Pero hay quienes necesitan por fin pruebas, acciones grandes y
heroicas. Nadie ve más allá de la punta de su nariz; nadie piensa
en los ingleses como personas que se defienden y pelean por su país;
todo el mundo cree que están obligados a salvar a Holanda lo más
rápidamente y lo mejor posible.
¿Qué
obligaciones tendrán los ingleses con nosotros? ¿De qué manera los
holandeses han merecido esa ayuda generosa que esperan con tanta
seguridad? Por triste que sea, los holandeses puede prepararse para
las decepciones; a despecho de todo su bluff, Inglaterra
no tiene la culpa de que los otros países, grandes y chicos, estén
actualmente ocupados.
Sin
duda los ingleses no vendrán a darnos sus excusas, porque si
nosotros podemos reprocharles que se hayan dormido durante los años
que Alemania se armaba, no podríamos negar que todos los demás
países, colindantes con Alemania, se durmieron lo mismo. La política
del avestruz de nada nos serviría, e Inglaterra, como el mundo
entero lo sabe muy bien. Por eso los aliados, y sobre todo
Inglaterra, se verán obligados a hacer penosos sacrificios.
Ningún
país querrá sacrificar a sus hombres en el interés de otro país,
e Inglaterra no será la excepción. El desembarco, la liberación y
la libertad llegarán un día, pero la hora sólo la saben Inglaterra
y Norteamérica, y no un conjunto de territorios ocupados.
Con
nuestro gran pesar, hemos sabido que muchas personas se han vuelto
contra los judíos. Hemos oído decir que el antisemitismo se ha
apoderado de ciertos círculos donde jamás se hubiera pensado en
eso. Los ochos nos sentimos profundamente emocionados. La causa de
este odio contra los judíos es plausible, pero es inadmisible. Los
cristianos reprochan a los judíos que, ante los alemanes, tangan la
lengua demasiada larga, traicionando a sus protectores y haciendo
sufrir a los cristianos, por culpa de ellos, la suerte horrible y la
tortura de tantos de nosotros.
Todo
eso es verdad, pero hay que ver el otro lado de la moneda. Los
cristianos en nuestro lugar, ¿actuarían diferente? ¿Un hombre,
judío o cristiano, puede callarse ante los medios de que se sirven
los alemanes? Todo el mundo sabe que eso es imposible. Entonces, ¿por
qué exigir lo imposible de los judíos?
Jueves
6 de julio de 1944
Pueden
regocijarse quienes tienen una religión, pues no le es dado a todo
el mundo creer en lo celestial. Ni siquiera es necesario temer le
castigo después de la muerte; el purgatorio, el infierno y el cielo
no lo admiten todos, pero una religión, cualquiera, mantiene a los
hombres en el camino recto. El temor a Dios otorga la estimación del
propio honor, de la propia conciencia. ¡Qué bella sería toda la
humanidad, y que buena, si por la noche antes de dormirse, todos
evocaran lo ocurrido durante el día, llevando cuenta del bien y del
mal en su conducta! Inconscientemente, todos se esforzarían por
enmendarse, y probablemente después de algún tiempo, se hallarían
frente a un buen resultado. Todo el mundo puede probar este simple
recurso que no cuesta nada y que indudablemente sirve para algo. “En
una conciencia tranquila, es donde radica nuestra fuerza”. El que
no lo sepa, puede aprenderlo y practicarlo.
Sábado
15 de julio de 1944
Es
asombroso que no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto
que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas,
a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad que nace del
hombre. Me es absolutamente imposible construirlo todo sobre una base
de muerte, de miseria y confusión. Veo el mundo transformarse día a
día en un desierto; oigo, cada vez más fuerte, el ruido del trueno
que se acerca y que anuncia probablemente nuestra muerte; me
compadezco del dolor de millones de personas; y sin embargo, cuando
miro al cielo, tengo fe en que todo cambiará y que todo volverá a
ser bueno, que hasta estos días desesperados tendrán fin, y que el
mundo conocerá de nuevo el orden, el reposo y la paz.
En espera de que esto suceda, trataré de poner mis pensamientos en orden y velar por ellos, para que en un futuro no muy lejano, quizá pueda todavía realizarlos.
En espera de que esto suceda, trataré de poner mis pensamientos en orden y velar por ellos, para que en un futuro no muy lejano, quizá pueda todavía realizarlos.
Ana
Frank. “Diario de Ana Frank”. 2009, Grupo Editorial Tomo.
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