Frente al silencio.

Frente al silencio.

jueves, 2 de junio de 2016

Ana Frank (II)



Fragmentos:




Lunes 22 de mayo de 1944


      La atmósfera de espera no puede ser más tensa. Una buena parte de los que creíamos “buenos” holandeses han dejado de creer en los ingleses; todo el mundo no se conforma con el famoso bluff inglés. Pero hay quienes necesitan por fin pruebas, acciones grandes y heroicas. Nadie ve más allá de la punta de su nariz; nadie piensa en los ingleses como personas que se defienden y pelean por su país; todo el mundo cree que están obligados a salvar a Holanda lo más rápidamente y lo mejor posible.
      ¿Qué obligaciones tendrán los ingleses con nosotros? ¿De qué manera los holandeses han merecido esa ayuda generosa que esperan con tanta seguridad? Por triste que sea, los holandeses puede prepararse para las decepciones; a despecho de todo su bluff, Inglaterra no tiene la culpa de que los otros países, grandes y chicos, estén actualmente ocupados.
      Sin duda los ingleses no vendrán a darnos sus excusas, porque si nosotros podemos reprocharles que se hayan dormido durante los años que Alemania se armaba, no podríamos negar que todos los demás países, colindantes con Alemania, se durmieron lo mismo. La política del avestruz de nada nos serviría, e Inglaterra, como el mundo entero lo sabe muy bien. Por eso los aliados, y sobre todo Inglaterra, se verán obligados a hacer penosos sacrificios.
      Ningún país querrá sacrificar a sus hombres en el interés de otro país, e Inglaterra no será la excepción. El desembarco, la liberación y la libertad llegarán un día, pero la hora sólo la saben Inglaterra y Norteamérica, y no un conjunto de territorios ocupados.
      Con nuestro gran pesar, hemos sabido que muchas personas se han vuelto contra los judíos. Hemos oído decir que el antisemitismo se ha apoderado de ciertos círculos donde jamás se hubiera pensado en eso. Los ochos nos sentimos profundamente emocionados. La causa de este odio contra los judíos es plausible, pero es inadmisible. Los cristianos reprochan a los judíos que, ante los alemanes, tangan la lengua demasiada larga, traicionando a sus protectores y haciendo sufrir a los cristianos, por culpa de ellos, la suerte horrible y la tortura de tantos de nosotros.
     Todo eso es verdad, pero hay que ver el otro lado de la moneda. Los cristianos en nuestro lugar, ¿actuarían diferente? ¿Un hombre, judío o cristiano, puede callarse ante los medios de que se sirven los alemanes? Todo el mundo sabe que eso es imposible. Entonces, ¿por qué exigir lo imposible de los judíos?







Jueves 6 de julio de 1944



      Pueden regocijarse quienes tienen una religión, pues no le es dado a todo el mundo creer en lo celestial. Ni siquiera es necesario temer le castigo después de la muerte; el purgatorio, el infierno y el cielo no lo admiten todos, pero una religión, cualquiera, mantiene a los hombres en el camino recto. El temor a Dios otorga la estimación del propio honor, de la propia conciencia. ¡Qué bella sería toda la humanidad, y que buena, si por la noche antes de dormirse, todos evocaran lo ocurrido durante el día, llevando cuenta del bien y del mal en su conducta! Inconscientemente, todos se esforzarían por enmendarse, y probablemente después de algún tiempo, se hallarían frente a un buen resultado. Todo el mundo puede probar este simple recurso que no cuesta nada y que indudablemente sirve para algo. “En una conciencia tranquila, es donde radica nuestra fuerza”. El que no lo sepa, puede aprenderlo y practicarlo.








Sábado 15 de julio de 1944


      Es asombroso que no haya abandonado aún todas mis esperanzas, puesto que parecen absurdas e irrealizables. Sin embargo, me aferro a ellas, a pesar de todo, porque sigo creyendo en la bondad que nace del hombre. Me es absolutamente imposible construirlo todo sobre una base de muerte, de miseria y confusión. Veo el mundo transformarse día a día en un desierto; oigo, cada vez más fuerte, el ruido del trueno que se acerca y que anuncia probablemente nuestra muerte; me compadezco del dolor de millones de personas; y sin embargo, cuando miro al cielo, tengo fe en que todo cambiará y que todo volverá a ser bueno, que hasta estos días desesperados tendrán fin, y que el mundo conocerá de nuevo el orden, el reposo y la paz.
      En espera de que esto suceda, trataré de poner mis pensamientos en orden y velar por ellos, para que en un futuro no muy lejano, quizá pueda todavía realizarlos.







Ana Frank. “Diario de Ana Frank”. 2009, Grupo Editorial Tomo.



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