Fragmentos:
Huele
a limpio, lo cual quiere decir que solamente huele a productos
químicos, productos de limpieza o perfumes. Se sabe que el olor a
pino tapa el olor a mierda. El limón quiere decir que alguien ha
vomitado. Las rosas son para la orina. Después de una tarde en Saint
Anthony, uno ya no quiere volver a oler rodas durante el resto de su
vida.
***
Durante
toda la vida no he sido tanto el hijo de mi madre como su rehén. El
objeto de sus experimentos sociales y políticos. Su rata de
laboratorio privada. Ahora la tengo en mi poder y no se me va a
escapar muriéndose ni recuperándose. Quiero a alguien a quien poder
rescatar. Quiero a alguien que me necesite. Que no pueda vivir sin
mí. Quiero ser un héroe, pero no solamente una vez. Incluso si
quiere decir mantenerla inválida, quiero ser el salvador constante
de alguien.
***
En
el verano de 1642 en Plymouth, Massachusetts, un adolescente fue
acusado de sodomizar a una yegua, una vaca, dos cabras, cinco ovejas,
dos terneros y un pavo. Está en los libros de Historia. De acuerdo
con las leyes bíblicas del Levítico, después de que el chico
confesara fue obligado a ver cómo los animales eran sacrificados.
Luego lo mataron y su cuerpo fue enterrado junto con los animales
muertos en una fosa sin lápida.
Aquello
fue antes de que hubiera reuniones de terapia oral para adictos al
sexo.
El
cuarto paso de la terapia de aquel chaval habría sido un reportaje
sensacionalista sobre el corral.
***
―He
venido a salvarte.
Le
digo que por fin conozco mi verdadera historia. Que nací siendo una
buena persona. Una manifestación del amor perfecto. Que puedo ser
bueno, otra vez, pero tengo que empezar por las pequeñas cosas. La
cucharada se mete entre sus labios y deja las primeras cincuenta
calorías.
Con
la siguiente cucharada le digo:
―Sé
lo que tuviste que hacer para tenerme.
El
pudín se queda ahí, marrón brillante sobre su lengua. Ella
parpadea bruscamente y empuja el pudín con la lengua hacia el
interior de las mejillas para poder hablar:
―Oh,
Victor, ¿lo sabes?
Le
meto cincuenta calorías más en la boda y digo:
―No
te avergüences. Tú come.
A
través de la masa de chocolate, me dice:
―No
puedo parar de pensar que lo que hice es terrible.
―Me
diste la vida ―digo.
Y
apartando la cara de la siguiente cucharada, apartando la cara de mí,
me dice:
―Necesitaba
la ciudadanía de Estados Unidos.
El
prepucio robado. La reliquia.
Le
digo que no importa.
Cojo
otra cucharada y se la meto en la boca.
Denny
suele decirme que la segunda venida de Cristo no será algo que Dios
vaya a decidir. Tal vez Dios ha permitido que la gente desarrolle la
capacidad de devolver a Cristo a sus vidas. Tal vez Dios ha querido
que inventemos a nuestro salvador cuando estemos listos. Cunado lo
necesitemos de verdad. Dennis dice que tal vez nos toque a nosotros
crear a nuestro propio mesías.
Salvarnos
a nosotros mismos.
Otras
cincuenta calorías entran en su boca.
Ella
me da la espalda, frunciendo la piel arrugada de alrededor de los
ojos. Con la lengua se empuja el pudín hacia el interior de las
mejillas. Le sale pudín de chocolate por las comisuras de la boca. Y
dice:
―¿De
qué demonios hablas?
Y
yo le digo:
―Sé
que soy Jesucristo.
Ella
abre mucho los ojos y yo le meto más pudín en la boca.
―Sé
que viniste de Italia embarazada del sagrado prepucio.
Más
pudín en su boca.
―Sé
que escribiste todo esto en italiano para que yo no pudiera leerlo.
Y
le digo:
―Ahora
conozco mi verdadera naturaleza. Sé que soy una persona llena de
amor.
Más
pudín en su boca.
―Y
sé que puedo salvarte ―le
digo.
Mi
madre se me queda mirando. Con los ojos llenos de una comprensión y
una piedad sin límites, me dice:
―Pero
¿de qué cojones estás hablando?
Y
me dice:
―Te
robé de un carrito de bebé de Waterloo, Iowa. Te quería salvar de
la vida que te esperaba.
Porque
tener hijos es el opio del pueblo.
Véase
también: Denny con su carrito de bebé cargado de arenisca robada.
Ella
dice:
―Te
rapté.
Chuck
Palahniuk. “Asfixia”. 2015, Random House.
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