Frente al silencio.

Frente al silencio.

jueves, 16 de junio de 2016

Chuck Palahniuk (II)



Fragmentos:




      Huele a limpio, lo cual quiere decir que solamente huele a productos químicos, productos de limpieza o perfumes. Se sabe que el olor a pino tapa el olor a mierda. El limón quiere decir que alguien ha vomitado. Las rosas son para la orina. Después de una tarde en Saint Anthony, uno ya no quiere volver a oler rodas durante el resto de su vida.

***



      Durante toda la vida no he sido tanto el hijo de mi madre como su rehén. El objeto de sus experimentos sociales y políticos. Su rata de laboratorio privada. Ahora la tengo en mi poder y no se me va a escapar muriéndose ni recuperándose. Quiero a alguien a quien poder rescatar. Quiero a alguien que me necesite. Que no pueda vivir sin mí. Quiero ser un héroe, pero no solamente una vez. Incluso si quiere decir mantenerla inválida, quiero ser el salvador constante de alguien.

***




      En el verano de 1642 en Plymouth, Massachusetts, un adolescente fue acusado de sodomizar a una yegua, una vaca, dos cabras, cinco ovejas, dos terneros y un pavo. Está en los libros de Historia. De acuerdo con las leyes bíblicas del Levítico, después de que el chico confesara fue obligado a ver cómo los animales eran sacrificados. Luego lo mataron y su cuerpo fue enterrado junto con los animales muertos en una fosa sin lápida.
      Aquello fue antes de que hubiera reuniones de terapia oral para adictos al sexo.
      El cuarto paso de la terapia de aquel chaval habría sido un reportaje sensacionalista sobre el corral.

***








       ―He venido a salvarte.
      Le digo que por fin conozco mi verdadera historia. Que nací siendo una buena persona. Una manifestación del amor perfecto. Que puedo ser bueno, otra vez, pero tengo que empezar por las pequeñas cosas. La cucharada se mete entre sus labios y deja las primeras cincuenta calorías.
      Con la siguiente cucharada le digo:
      ―Sé lo que tuviste que hacer para tenerme.
     El pudín se queda ahí, marrón brillante sobre su lengua. Ella parpadea bruscamente y empuja el pudín con la lengua hacia el interior de las mejillas para poder hablar:
       ―Oh, Victor, ¿lo sabes?
      Le meto cincuenta calorías más en la boda y digo:
       ―No te avergüences. Tú come.
      A través de la masa de chocolate, me dice:
       ―No puedo parar de pensar que lo que hice es terrible.
       ―Me diste la vida digo.
      Y apartando la cara de la siguiente cucharada, apartando la cara de mí, me dice:
       ―Necesitaba la ciudadanía de Estados Unidos.
      El prepucio robado. La reliquia.
      Le digo que no importa.
      Cojo otra cucharada y se la meto en la boca.
      Denny suele decirme que la segunda venida de Cristo no será algo que Dios vaya a decidir. Tal vez Dios ha permitido que la gente desarrolle la capacidad de devolver a Cristo a sus vidas. Tal vez Dios ha querido que inventemos a nuestro salvador cuando estemos listos. Cunado lo necesitemos de verdad. Dennis dice que tal vez nos toque a nosotros crear a nuestro propio mesías.
      Salvarnos a nosotros mismos.
      Otras cincuenta calorías entran en su boca.
      Ella me da la espalda, frunciendo la piel arrugada de alrededor de los ojos. Con la lengua se empuja el pudín hacia el interior de las mejillas. Le sale pudín de chocolate por las comisuras de la boca. Y dice:
        ―¿De qué demonios hablas?
      Y yo le digo:
        ―Sé que soy Jesucristo.
      Ella abre mucho los ojos y yo le meto más pudín en la boca.
       ―Sé que viniste de Italia embarazada del sagrado prepucio.
      Más pudín en su boca.
       ―Sé que escribiste todo esto en italiano para que yo no pudiera leerlo.
      Y le digo:
       ―Ahora conozco mi verdadera naturaleza. Sé que soy una persona llena de amor.
      Más pudín en su boca.
       ―Y sé que puedo salvarte le digo.
      Mi madre se me queda mirando. Con los ojos llenos de una comprensión y una piedad sin límites, me dice:
       ―Pero ¿de qué cojones estás hablando?
      Y me dice:
       ―Te robé de un carrito de bebé de Waterloo, Iowa. Te quería salvar de la vida que te esperaba.
      Porque tener hijos es el opio del pueblo.
      Véase también: Denny con su carrito de bebé cargado de arenisca robada.
      Ella dice:
       ―Te rapté.





Chuck Palahniuk. “Asfixia”. 2015, Random House.




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