CALMA
CHICHA
Ella
y yo nos habíamos vuelto
a
pelear. Cierto comentario irónico
sobre
la más que dudosa inteligencia
de
algunas amistades (suyas).
Volví
la
esquina, caminé bajo la lluvia un rato, hallé
el
último tugurio abierto
de
toda la ciudad.
Ni
siquiera era consciente
de
dónde me encontraba. Pero el whisky
estaba
bien; la música, la luz,
la
poca gente, estaban bien.
Apuré
las
últimas monedas, pedí otra copa, un cigarrillo,
fuego,
una canción.
El
peor de los momentos es a veces
lo
único que de verdad vale la pena
recordar.
ALGO
MÁS ÉPICO SIN DUDA
Las
00.30 y heme aquí
fumando
hasta matarme
delante
de una pantalla negra
con
manchas de verde
embadurnándola.
Ahí
fuera, en alguna
parte,
en todas,
ensayos
de cadáver
se
arrastran hacia la mañana
en
la estela de otra
noche
vacía.
Me
pregunto
qué
hubiera dicho
Homero.
EL
AMOR, SUPONGO
He
estado pensando en escribir
un
poema de amor
dedicado
a mi mujer
pero
lo cierto es que no sé
por
qué, pero me pongo
increíblemente
triste y los poemas
de
amor no se me han dado nunca
demasiado
bien ―o
quizá es que nunca
lo
haya intentado seriamente―;
supongo
que el amor
debe
de ser
como
esos rarísimos instantes
de
felicidad:
si
por un momento
los
tienes
yo
diría
que
no es conveniente
andar
perdiendo el tiempo
con
poemas.
MÁS
PEROS, ESQUES Y PORQUÉS
El
aburrimiento
puede
matar
a
un hombre
y
para este problema
existen
diversas soluciones:
dinero
mujeres
alcohol
drogas
arte...;
ninguna
de
ellas
a
mi alcance,
como
se puede comprobar.
Por
eso
precisamente
estoy
aquí.
¿Qué
excusa
tienes
tú?
Roger
Wolfe. “DÍAS SIN PAN”. 2007, Renacimiento.
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