NO
FUMADOR
Amo
la salud, el orden claro de mis pulmones, la fuerza
militar
de mi hígado, el huracán preciso de mi tráquea. Esos
órganos
son Vilas. Vienen de mis padres y proceden también
de
la humillación de la Historia.
Amo
mis pulmones, su sangre violentamente roja
recorriendo
la lengua, la laringe, el esófago.
Amo
mis pulmones, mataré por ellos, por su supremacía,
por
su rigor, por su perfectísimo funcionamiento, por su
continuidad
en el tiempo, porque son mi herencia tras siglos
de
pobreza, esclavitud y miseria.
Sé
quiénes eran mis padres y los padres de estos, aún se
oyen
sus gritos. La salud es la única dote de los desesperados
y
de los maltratados y de los perseguidos.
La
salud es revolucionaria.
<<Te
dimos un cuerpo sano, no pudimos darte más, no
teníamos
nada, no teníamos nada, solo sangre>>.
Amo
mi cuerpo.
La
salud es revolucionaria.
No
quiero morir, quiero seguir amando. Me da igual el
qué,
pero seguir amando, seguir amando las inocentes
estaciones
de servicio de las autopistas españolas y sus
surtidores
electrónicos, los barcos deportivos de la Costa del
Sol
y los hospitales privados, el viento y la radiactividad, la
sangre
y el sida, los planetas y las naves espaciales, los anillos
de
diseño en los dedos de la mano de una mujer, las
transferencias
bancarias internacionales a paraísos fiscales
inextricables,
las ruedas misteriosas de los autobuses, las
bombillas
de los pasillos de los pisos de protección oficial,
cualquier
cosa me basta, cualquier cosa que me recuerde a
la
vida será suficiente.
Amo
la salud, el arma de los pobres.
MI
NOVIA
Vilas,
dicen por ahí que tuviste padre y madre, pero yo no
me
lo creo. A ti, Vilas, te engendraron las ballenas, la selva,
los
mandriles y el vientre de la luna.
Vilas,
dicen por ahí que fuiste al colegio y a la universidad
y
que te hiciste un hombre de bien, que aprendiste a leer y a
escribir,
a sumar y a multiplicar. Pero eso sí que es imposible,
solo
hay que verte ahora, más pobre que los chinos y los
negros
y las ratas. Además yo sí sé de dónde vienes tú, Vilas.
Vilas,
dicen por ahí que te casaste dos veces y tuviste solo
dos
hijos, pero yo no me lo creo. Sabemos que te casaste
cientos
de veces y que tuviste millones de hijos y de hijas.
Vilas,
dicen por ahí que te hiciste escritor, que escribías
libros,
y eso tiene gracia, eso si es muy, pero que muy
gracioso.
Vilas,
dicen por ahí que eras español, bah, tío, yo no me
lo
creo. Eso sí que no puede creérselo nadie. A ti, Vilas, te
echaron
de todos los países serios, como echan a las
cucarachas
de las casas, pero con honor, gigantesco honor, te
expulsaban
con honores de estado.
Tú
eras hijo de las montañas de Huesca, eso sí es verdad.
De
los ibones, de los barrancos y de las praderas, del Valle
de
Benasque, de Monte Perdido y Panticosa, de Ordesa y
Añisclo,
sí, de allí sí eras tú, como lo fue tu padre, si es que
tuviste
padre.
Vilas,
dicen por ahí que naciste en el siglo XX. Pero eso si
que
es un decir bien tonto, pues los virus como tú
contribuyeron
a la creación de los huesos y de la carne y
estaban
aquí antes de que el sol hiciera brillar las heladas olas
del
mar y las azules crestas de las montañas.
Vilas,
dicen por ahí que amas a hombres y mujeres, vivos
y
muertos, a millones de mujeres y a unas docenas de
hombres
buenos, y eso sí que yo me lo creo.
Eso,
tío, eso es verdad. Vilas, eso sí.
Vilas,
eres perfecto. El Ser, eso eres tú, y no la Nada, Gran
Vilas.
Un
ciego plenario.
El
ciego que puso pleitos y demandas voraces a la exigua
luz
del mundo.
Dame
un beso, hijodeputa.
Esa
lengua, Vilas, quiero sentirla.
Soy
yo, la tonta de tu novia, la única que te ha querido.
LAS
PALIZAS
Los
libros que escribí saquearon mi cuerpo.
Me
dieron puñetazos en la cara.
Muchos
eligieron el cerebro.
Alguno
se llevó el hígado, todos robaron.
Agotado,
envejecido, deteriorado,
poco
saludable,
así
me dejaron las palabras bajo mi nombre.
El
aparato digestivo, el sueño, los mareos,
la
tráquea, las arritmias, el asma,
los
huesos torcidos, la neumonía.
Mis
poemas, mis novelas saquearon mi cuerpo.
Cada
libro escrito era una paliza.
Daban
fuerte.
Me
dieron palizas de muerte, tío,
esos
libros míos, esos hijosdeputa
que
finalmente no valieron la pena.
Mis
libros no cambiaron el mundo,
solo
me cambiaron a mí.
El
glaucoma, la sed, el alcoholismo,
las
lumbalgias, las taquicardias,
el
pánico, la bulimia,
las
palizas,
ellos
saqueaban,
se
lo llevaban todo.
Mis
libros,
mis
asesinos.
Pero
me gusta que me peguen.
Las
palizas del amor.
Ponte
una tirita en la ceja,
aún
te queda un pulmón sano,
respira,
pues,
deja
de beber,
y
adelgaza.
ORACIÓN
Gran
Vilas de los MacDonald´s
acuérdate
de nosotros.
Gran
Vilas de los lavabos de los bares y de las gasolineras
y
de los aeropuertos y de los hoteles baratos,
ten
piedad de nosotros.
Gran
Vilas de la industria automovilística occidental,
perdona
nuestros pecados.
Gran
Vilas de los hipermercados florecientes,
escucha
nuestros ávidos corazones.
Gran
Vilas del Amor Internacional,
ámanos
como solo tú puedes hacerlo.
Gran
vilas de los niños,
protégelos
con tus rayos solares.
Gran
Vilas del amor al padre que murió,
te
querremos siempre.
Gran
Vilas de la santa oscuridad,
impide
que nos hieran como a ti te hirieron.
Gran
Vilas de los humillador y de los empobrecidos,
tu
beso será suficiente.
Gran
Vilas del amor a todos los seres humanos,
regálanos
tu don.
Gran
Vilas de las crucifixiones,
acuérdate
de nosotros.
Gran
Vilas de los MacDonald´s,
acuérdate
de nosotros.
Manuel Vilas. "Poesía Completa (1980-2015)". 2106, Visor.
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