LA
NECESIDAD DE DOSIFICAR
LA FE
Hoy
he visto el derribo de un edificio.
Tres
plantas reducidas a escombros.
En
un primer momento
lo
único que ha resistido
las
embestidas de la pala
ha
sido un crucifijo en el tercero.
Se
mantenía ahí, en su pared,
ajeno
al derrumbe del mundo.
Es
lo más cerca que he estado
de
creer en Dios.
Solo
ha durado un instante.
Enseguida
los embates la máquina
lo
han descolgado de la pared.
Ha
caído en absoluto silencio.
Como
si fuera algo irreal.
Y
he sentido que todo volvía a estar
en
su lugar.
TRAMPOSO
Me
aseguran que hay gente
que
vive en casas con
buhardilla,
sótano,
jardín
y hasta
porche.
Me
parece increíble.
Yo
solo tengo un cobertizo
en
el extremo oeste
de
mi cabeza.
Bien
provisto de mojama,
encurtidos
y
cecina.
Y
una baraja francesa
en
la que todos los
naipes
son
ases.
Y
ni eso te asegura
la
victoria.
MANERA ALTERNATIVA DE
CONTAR LA HISTORIA #88
No
se habla,
nunca
se habla
de
la batalla más dura
de
Gengis Kan,
esa
en la que
durante
toda una noche
luchó
feroz y tristemente
bajo
el cielo curvo púrpura
de
su pequeño gran cráneo
contra
Temuyín,
el
niño cobarde que había sido,
el
niño que todos somos,
el
niño en él,
hasta
derrotarlo y obligarle
a
abandonar la seguridad de su yurta,
el
calor de las mantas de yak,
el
fuego de la hoguera
y
de su favorita,
salir
al amanecer gélido azul
y
ordenar a 10.000 caballos de guerra
que
conquistaran la estepa,
la
nada,
que
lo perdieran todo, en realidad.
Iván Rojo. "10000 CABALLOS DE GUERRA". 2016, Versátiles editorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario