LA
DESCARGA
El
día de la descarga yo tendría unos seis años.
Me
asomé a la ventana de aquel hotel junto a la playa
y
agarré la farola que iluminaba la terraza.
Mis
manos empezaron a temblar,
no
podía soltarlas, veía desde la terraza
a
mis padres en la arena pero no podía gritar,
la
descarga me llenaba el cuerpo
y
el mar brillaba a lo lejos
salpicado
de extraños tonos sepias bajo el sol.
Hasta
que de pronto mis manos se libraron solas del metal
y
eché a correr escaleras abajo con aquel tembleque dentro
y
un sabor acre en la boca,
buscando
los brazos protectores de mi madre.
He
estado a punto de morir luego otras veces,
pero
no recuerdo algo tan terrible
como
aquella descarga eléctrica en mis manos
y
los tristes y ominosos tonos sepias sobre el mar,
lenguas
de fuego, la sensación de estar asomado al precipicio,
inmóvil,
llegando inexorablemente al fin de algo.
ESTACIÓN
DEL FRÍO
Y
es justamente así,
llenos
de heridas,
como
hemos llegado
a
la noche de hoy
y
como en este mismo instante
nos
hallamos en el centro mismo
de
la tempestad
a
miles de kilómetros de casa
sin
otro consuelo
que
el de haber salvado
una
vez más nuestro amor
mientras
afuera nieva y nieva
y
el viento proyecta
enloquecidas
ráfagas
contra
el cristal empañado
y
esta luz navideña
y
lánguida y fría
ilumina
tenuamente
nuestros
cuerpos vencidos.
POESÍA
el
único refugio
la
única salida
el
único lugar
donde
acudir
cuando
en tu interior
todo
está ardiendo.
DESPUES
DE TANTOS AÑOS
Les
vi después de tantos años
hablando
de incesto y fin de raza
con
ojos cansados de niños
que
no quieren dormir
Leopoldo
Michi y Juan Luis
Castrillo
de las Piedras
y
el presentimiento ya inequívoco
de
la locura
que
había en aquella casa
como
un aura de ensueño
mientras
ellos fumaban y bebían
conjurando
sus fantasmas
y
entonando obscenos
mantras
de inquietud
y
allí estaban los tres
que
presagiaban la demencia
de
un futuro que al llegar aún fue peor
y
yo les miraba o admiraba
y
comprendía de sus lágrimas
que
jugar a ser maldito
es
tan hermoso y arriesgado
porque
nadie hay capaz
de
confundir al tiempo
sin
curtirse luego en el olvido
y
réquiem por los santos.
Vicente
Muñoz Álvarez. “GAS” (antología poética personal 1999-2016).
Ediciones Lupercalia, 2016.
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