Frente al silencio.

Frente al silencio.

sábado, 17 de junio de 2017

Vicente Muñoz Álvarez (II)




LA DESCARGA


El día de la descarga yo tendría unos seis años.

Me asomé a la ventana de aquel hotel junto a la playa
y agarré la farola que iluminaba la terraza.

Mis manos empezaron a temblar,
no podía soltarlas, veía desde la terraza
a mis padres en la arena pero no podía gritar,
la descarga me llenaba el cuerpo
y el mar brillaba a lo lejos
salpicado de extraños tonos sepias bajo el sol.

Hasta que de pronto mis manos se libraron solas del metal
y eché a correr escaleras abajo con aquel tembleque dentro
y un sabor acre en la boca,
buscando los brazos protectores de mi madre.

He estado a punto de morir luego otras veces,
pero no recuerdo algo tan terrible
como aquella descarga eléctrica en mis manos
y los tristes y ominosos tonos sepias sobre el mar,
lenguas de fuego, la sensación de estar asomado al precipicio,
inmóvil, llegando inexorablemente al fin de algo.






ESTACIÓN DEL FRÍO


Y es justamente así,
llenos de heridas,
como hemos llegado
a la noche de hoy
y como en este mismo instante
nos hallamos en el centro mismo
de la tempestad

a miles de kilómetros de casa

sin otro consuelo
que el de haber salvado
una vez más nuestro amor

mientras afuera nieva y nieva
y el viento proyecta
enloquecidas ráfagas
contra el cristal empañado

y esta luz navideña
y lánguida y fría
ilumina tenuamente
nuestros cuerpos vencidos.








POESÍA


el único refugio
la única salida

el único lugar
donde acudir

cuando en tu interior
todo está ardiendo.






DESPUES DE TANTOS AÑOS


Les vi después de tantos años
hablando de incesto y fin de raza
con ojos cansados de niños
que no quieren dormir

Leopoldo Michi y Juan Luis
Castrillo de las Piedras
y el presentimiento ya inequívoco
de la locura

que había en aquella casa
como un aura de ensueño
mientras ellos fumaban y bebían
conjurando sus fantasmas
y entonando obscenos
mantras de inquietud

y allí estaban los tres
que presagiaban la demencia
de un futuro que al llegar aún fue peor

y yo les miraba o admiraba
y comprendía de sus lágrimas
que jugar a ser maldito
es tan hermoso y arriesgado
porque nadie hay capaz
de confundir al tiempo
sin curtirse luego en el olvido


y réquiem por los santos.




Vicente Muñoz Álvarez. “GAS” (antología poética personal 1999-2016). Ediciones Lupercalia, 2016.


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