Frente al silencio.

Frente al silencio.

jueves, 8 de junio de 2017

Erasmo de Rotterdam (I)




LA ESTULTICIA, SOBRE LA RAZÓN

[16]    Pero ya es tiempo de que, siguiendo a Homero y abandonando las regiones celestes, volvamos de nuevo a la tierra para demostraros que aquí, como allí, no hay nada alegre ni feliz sin mis favores. Y, en primer lugar, notad cuán solícitos cuidados ha puesto Natura, creadora y artífice del género humano, para que no falte atractivo a la estulticia. Y si, según los estoicos que la han definido, la sabiduría no es otra cosa sin el gobierno de la razón y, por el contrario, la estulticia es dejarse arrastrar por las pasiones, ¿cómo es que Jupiter puso más pasión que razón, si no es para que la vida no fuera del todo triste y sombría? Como comparar una semionza con un as. Por eso relegó a la razón a un pequeño rincón de la cabeza, mientras abandonó a las conmociones todo el resto del cuerpo. Y además, le puso al hombre dos tiranos violentísimos y enfrentados: la ira, que aparcó junto al corazón, fuente de vida, y la concupiscencia, que, más abajo, ocupa vastísimo imperio hasta el pubis.
      El poder que tiene la razón frente a estas dos fuerzas gemelas lo demuestra claramente la vida de la mayoría de los hombres, pues, aunque pueda desgañitarse clamando por la justicia hasta enronquecer, ellas, las dos fuerzas, mandan a hacer gárgaras a su soberano, protestan de manera tan estentórea que la pobre razón, fatigada, acaba por ceder y ofrece su mano.





LA ESTULTICIA Y LAS RELACIONES SOCIALES

[21]    En resumen, tengo que añadir que no hay sociedad ni relación de vida posibles sin mí, como no es viable sin mí una situación feliz y estable; ni el pueblo aguantaría al príncipe, ni el criado al señor, ni la doncella a su señora, ni el alumno al maestro, ni el amigo a su amigo, ni el marido a la mujer, ni el inquilino al casero, ni el vecino a su vecino, ni el que invita al invitado si unos y otros no fingieran, no se adularan, si, prudentemente, no hicieran la vista gorda, si no lo engrasasen todo con la miel de la estulticia.
      Ya sé que os puede parecer excesivo, visto así, pero vais a ver algo más sorprendente todavía.







ALABANZA DEL AMOR PROPIO


[22]    Pregunto: el que se odia a sí mismo, ¿puede amar a alguien? ¿Puede estar de acuerdo con alguien quien no lo está consigo mismo? ¿Puede ganarse el afecto de alguien quien para sí mismo es tedioso y molesto? No creo que nadie pueda decir que sí a esto, como no se trate de alguien más tonto que la Estulticia misma. Y digo más: si me excluís, no solo nadie podría soportar al otro, sino que cualquiera, por el asco que sentiría de sí mismo, se vería como un apestado y acabaría odiándose. Fijaos en la naturaleza, que, a veces, más que madre se nos antoja una madrastrona, cómo se ha complacido en atormentar a los hombres, especialmente a los poco despiertos, dotándolos de un deseo innato de despreciar lo suyo para admirar lo ajeno. Esa es la causa de que todas las buenas y felices disposiciones, todas las cosas agradables y todas las alegrías de la vida vicien y se echen a perder. ¿Para qué sirve la buena planta, don especial de los dioses de los dioses inmortales, si se contamina con el exceso de afectación? ¿Para qué la juventud, si lleva el germen de la corrupción en la senil tristeza? Y si no existiera esa Filautía o amor propio, que es mi legítima hermana que encuentro no solo en el arte sino en cualquier acción como motivo principal, sea lo que fuere, ¿qué cosa noble podrás realizar nunca para ti mismo o para los demás? Añado que está presente en mis actos siempre y en todas partes. ¿Hay cosa más tonta que darte gusto y admirarte a ti mismo?
      Y, sin embargo, ¿qué cosa más gentil, más graciosa, más digna de hacer si no estás contento contigo mismo?
      Quitad esas sal de la vida y el orador languidecerá en seguida en su intervención; el músico no conseguirá emocionar a nadie con sus interpretaciones; el cómico, aunque domine la escena, será repateado; será el poeta, al tiempo que sus musas, objeto de rechifla; desdeñados el pintor y su arte; el médico con todas sus medicinas, morirá de inanición. Finalmente, veréis a Tersites en vez de a Niceo, a Néstor por Faón, al cerdo en vez de a Minerva, al balbuciente por el locuaz, al grosero por el educado. Tan necesario es que cada cual se piropee a sí mismo y se busque su propia estimación, antes de buscar el aprecio de los demás.
      Por otra parte, puesto que la primera condición para la felicidad es que uno esté contento de ser lo que es, no cabe duda de que en ese empeño Filautía facilita mucho las cosas y acorta el camino, pues consigue que nadie se queje de la propia hermosura, ni del ingenio que le ha tocado, ni de la familia que tuvo, ni de su estado, ni de su comportamiento, ni de su patria, hasta el punto que el Irlandés no se cambiaría por el Italiano, ni el Tracio por el Ateniense, ni el Escita por el nacido en las Islas Afortunadas. ¡Prodigio de la naturaleza que, en medio de tanta variedad, introduce elementos de nivelación! Cuando niega alguno de sus favores, al desfavorecido le concede Filautía una pizca más de los suyos, aunque estoy pensando ahora que he dicho una tontería, pues la propia Filautía es el don por excelencia.
Por no decir, mientras tanto, que ninguna gran empresa es posible sin mi impulso, ningún tipo de artes si no soy yo precisamente el artífice.




LAS ARTES


[28]     Puestos a hablar de artes, ¿qué es sino el ansia de gloria lo que mueve a los mortales ingenios a cultivar semejantes disciplinas, consideradas como supremas, y a transmitir a la posteridad el fruto de sus trabajos? Tantas vigilias, tantos sudores como se han impuesto algunos hombres para conquistar un poco de gloria que es lo más vacío que uno puede adquirir no hacen sino demostrar que estamos ante unos insensatos. Y, por el contrario, a esa necesidad debéis una de las más valiosas y más dulces ventajas de la vida, que es la posibilidad de aprovecharse de la locura de los demás.





Erasmo de Rotterdam. "Elogio de la locura". 2011, Biblioteca El Mundo.




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