UNO
DE TANTOS
Vivir
a costa de padres
que
las pasan putas
para
llegar a fin de mes.
Levantarte
y decir:
muy
bueno días.
Hacerte
pajas
a
escondidas,
comer
sus huevos,
utilizar
su biblioteca,
leer
a Miller
o
a Bukowski
o
a Kerouac.
Ser
un licenciado en paro.
Tener
entre 25 y 30 años
y
justificar tu edad
preparando
oposiciones.
Escuchar
música,
llevar
el pelo largo,
sacar
a pasear al perro,
follar
de vez en cuando.
Ir
a ver exposiciones,
deprimirse,
vencer
la idea del suicidio,
llegar
borracho a casa
y
caer rendido en el sofá.
Pensar:
ya
vendrán mejores tiempos.
CRAZY
LOVE
Me
llamó por teléfono a las tres y media
y
me preguntó qué estaba haciendo.
Le
dije que me disponía a comer
y
estaba calentando algo de pollo en la cocina.
¿A
estas horas?, preguntó.
Salí
a tomar un vino
y
acabo de llegar, contesté yo.
Entonces
ella empezó a chillar
y
a maldecir por el teléfono.
Dijo
que aunque siempre estaba deprimido
nunca
me encontraba en casa
y
yo le pregunté si prefería verme
encerrado
todo el día.
Pero
no respondió a eso.
Cambió
de conversación
y
me preguntó con quién había salido.
Se
lo dije (era una amiga común)
y
eso empeoró aún más la situación.
Aumentó
el volumen de su voz
y
acusó a la chica
de
interponerse en nuestra relación.
Después
se echó a llorar.
Y
finalmente gritó:
Algo
pasa entre nosotros
no
sé lo que es pero algo pasa
algo
pasa entre nosotros.
Y
colgó luego el teléfono.
Estuve
unos segundos
escuchando
la señal fría y monótona
del
auricular en la distancia.
Pensé
que casi todo era una mierda.
Tiré
el pollo recalentado a la basura
y
me senté en la mesa a beber vino.
Escribí
después este poema.
TEDIO
Sentado
en la habitación
mientras
afuera se oyen ruidos.
La
amarillenta luz del flexo
me
ilumina la cabeza,
las
manos y el ombligo,
pero
no llega a mis pies.
Mis
pies están ahí quietos,
en
la oscuridad,
como
setas pálidas
pudriéndose
en la bruma.
Todo
sigue igual
mientras
afuera se oyen ruidos:
libros,
incienso,
literatura
impublicable,
sonido
de tic tac.
Dicen
que las flores
tienen
sentimientos,
pero
yo las veo
marchitarse
en el jarrón.
Me
asomo a la ventana:
cuatro
niños golpean
la
puerta de un local
y
a lo lejos ladra un perro.
De
regreso a mi cuarto pienso
que
lo peor de crecer
es
no poder contar más años
con
los dedos.
DONDE
EMPIEZA EL PROPIO CAMINO
Uno
se cansa
de
esperar
de
auto inmolarse
de
aguardar siempre
el
mañana
y
termina dejando
fluir
el tiempo
mansamente
en
su interior.
Ese
es el lugar
donde
se recupera
al
fin la calma,
donde
empieza
el
propio camino.
Vicente
Muñoz Álvarez. “GAS” (antología poética personal 1999-2016).
Ediciones Lupercalia, 2016.
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