Sólo
nos queda escribir,
aferrarnos
a las palabras
como
botes salvavidas que te aíslan
de
territorio hostil,
porque
Dios es un incompetente
sin
aliento, incapaz de responder a los dilemas,
para
reclamar que somos animales
sin
domesticar, que aúllan y rugen
cuando
nos descarnan las heridas,
que
nos tornamos sumisos
cuando
una mano dócil e inocente
acaricia
nuestras garras,
Sólo nos queda escribir
testamentos únicos de supervivencia
para escapar de la locura,
para
dar sentido a tanto dolor.
Ana
Patricia Moya. 2015, Inédito.
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