Fragmento
Necesitaba
algo para reconciliarme conmigo mismo. Anoche lo descubrí: Papini.
No me importa que sea un patriotero, un beato o un pedante
miope...Como fracasado, es maravilloso.
¡Los
libros que había leído...a los dieciocho años!
No sólo Homero,
Dante, Goethe, no sólo Aristóteles, Platón, Epitecto, no sólo
Rabelais, Cervantes, Swift, no sólo Walt Whitman, Edgar Allan Poe,
Baudelaire, Villon, Carducci, Manzoni, Lope de Vega, no sólo
Nietzsche, Schopenhauer, Kant, Hegel, Darwin, Spencer, Huxley...no
sólo eso, sino también todos los autores entre ellos. Eso en la
página 18. Alors, en la
página 232 se derrumba y confiesa. No sé nada, reconoce. Conozco
los títulos, he compilado bibliografías, he escrito ensayos
críticos, he calumniado y difamado...Puedo hablar durante cinco
minutos, o durante cinco días, pero después me agoto, quedo
exprimido y seco.
Esto
es lo que sigue:<< Todo el mundo quiere verme. Todo el mundo
insiste en hablar conmigo. Todo el mundo me importuna e importuna a
los demás preguntando qué hago. ¿Cómo estoy? ¿Estoy ya
totalmente recuperado? ¿Sigo dando paseos por el campo? ¿Trabajo?
¿He acabado el libro? ¿Comenzaré otro pronto?
>>
Un alemán enjuto como un mono quiere que traduzca sus obras. Una
muchacha rusa de ojos visionarios quiere que escriba una relación de
mi vida para ella. Una dama americana quiere saber las noticias
más frescas sobre mí. Un
caballero americano está dispuesto a enviar su coche para llevarme a
comer: sólo una charla íntima, confidencial, ¿sabe usted? Un
antiguo compañero de estudios y camarada, de hace diez años, quiere
que le lea todo lo que escribo tan pronto como lo haya escrito. Un
amigo pintor que conozco pretende que pose para él por horas. Un
periodista quiere mi dirección actual. Un conocido, místico él,
pregunta por el estado de mis finanzas. ¡El presidente de mi club se
pregunta si daré una charla a los muchachos! Un dama, de
inclinaciones espiritistas, confía en que vaya a su casa a tomar el
té lo más frecuentemente posible. Quiere saber mi opinión sobre
Jesucristo y..., ¿qué pienso de esa nueva médium?
>>
¡Dios! ¿En qué me he convertido? ¿Qué derecho tenéis, todos
vosotros, a entorpecer mi vida, a robarme el tiempo, a explorar mi
vida, a chupar mis pensamientos, a considerarme vuestro compañero,
confidente y oficina de información? ¿Por quién me tomáis? ¿Acaso
soy un animador a sueldo, a quien exigen cada mañana que represente
una farsa intelectual ante vuestras estúpidas narices? ¿Es que soy
un esclavo, comprado y pagado, para arrastrar el vientre por el suelo
ante vosotros, holgazanes, y poner a vuestro pies todo lo que hago y
todo lo que sé? ¿Soy acaso una prostituta en un burdel que ha de
levantarse las faldas o quitarse la camisa a petición del primer
hombre vestido con traje a medida que se presente?
>> Soy un hombre que desearía vivir una vida heroica, hacer el mundo más soportable a su vista. Si, en algún momento de debilidad, de relajación, de necesidad, me desahogo dejando escapar un poco de cólera ardiente cristalizada en palabras-un sueño apasionado, envuelto y atado con imágenes-, pues...tomadlo o dejadlo...¡pero no me molestéis!
>>
Soy un hombre libre...y necesito mi libertad. Necesito estar solo.
Necesito meditar sobre mi vergüenza y mi desesperación en soledad;
necesito el sol y los adoquines de las calles sin compañía, sin
conversación, cara a cara conmigo mismo, con la compañía exclusiva
de la música de mi corazón. ¿Qué queréis de mí? Cuando tengo
algo que decir, lo publico. Cuando tengo algo que dar, lo doy.
¡Vuestra inquisitiva curiosidad me revuelve el estómago! ¡Vuestros
cumplidos me humillan! ¡Vuestro té me envenena! No debo nada a
nadie. Sólo sería responsable ante Dios...¡si existiera!>>
Me
parece que a Papini se le escapa algo por un pelo, cuando habla de la
necesidad de estar solo. No es difícil estar solo, si eres pobre y
fracasado. Un artista siempre está solo...si es un artista (…)
Henry
Miller. “Trópico de Cáncer”. 1986, Plaza & Janés editores.
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