Fragmento.
-Mi
joven y querido amigo-dijo Mustafá Mond-, la civilización no tiene
absolutamente ninguna necesidad de nobleza ni de heroísmo. Esas
cosas son síntomas de ineficacia política. En una sociedad
debidamente organizada como la nuestra, nadie tiene la menor
oportunidad de ser noble y heroico. Las condiciones deben hacerse del
todo inestables antes de que surja tal oportunidad. Donde hay
guerras, donde hay dualismo de lealtades, donde hay tentaciones que
resistir, objetos de amor por los cuales luchar o que defender, ahí,
obviamente la nobleza y el heroísmo tienen algún sentido. Pero
actualmente no hay guerras. Se tienen todos los cuidados posibles
para prevenir que cualquiera pueda amar demasiado a otra persona. No
existe la posibilidad de escoger entre dos lealtades o fidelidades;
todos están condicionados de modo que no pueden hacer otra cosa más
que lo que deben hacer. Y lo que uno debe hacer resulta tan agradable
que se permite el libre juego de tantos impulsos naturales, que
realmente no existen tentaciones que uno deba resistir. Y si alguna
vez, por algún desafortunado azar, ocurriera algo desagradable,
siempre queda el soma para calmar nuestra ira, para reconciliarnos
con nuestros enemigos, para hacernos pacientes y sufridos. En el
pasado, tales cosas sólo podían conseguirse haciendo un gran
esfuerzo y después de muchos años de duro entrenamiento moral.
Ahora, usted se toma dos o tres tabletas de medio gramo, y está
listo. Ahora, cualquiera puede ser virtuoso. Uno puede llevar al
menos la mitad de su moralidad en un frasco. El cristianismo sin
lágrimas: esto es el soma.
Aldous
Huxley. “Un Mundo Feliz”. 2005, Grupo Editorial Tomo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario