Frente al silencio.

Frente al silencio.

jueves, 16 de noviembre de 2017

Fernando Pessoa (II)



Libro del desasosiego de Bernando Soares


Fragmentos:



185


      Como Diógenes a Alejandro, solo he pedido a la vida que no me quitase el sol. He tenido deseos, pero se me ha negado la razón de tenerlos. Lo que he hallado, más valiera haberlo hallado realmente. El sueño (...)
      Vacilo en todo, muchas veces sin saber por qué. Qué de veces busco, como línea recta que me resulta propia, concibiéndola mentalmente como línea recta ideal, la distancia menos corta entre dos puntos. Nunca he tenido el arte de estar vivo activamente. He equivocado siempre los gestos en los que nadie se equivoca; lo que los demás nacieron para hacer, me he esforzado siempre en no dejar de hacerlo. Deseo siempre conseguir lo que los demás han conseguido casi sin desearlo. Entre mí y la vida ha habido siempre cristales oscuros: no he sabido de ellos por la vista, ni por el tacto; no he vivido esa vida o ese plan, he sido el devaneo de lo que he querido ser, mi sueño empezó en mi voluntad, mi propósito ha sido siempre la primera ficción del que nunca he sido.
      Nunca he sabido si era excesiva mi sensibilidad para mi inteligencia o mi inteligencia para mi sensibilidad. He retraído siempre, no sé a cual, tal vez a ambas, o una u otra, o fue la tercera la que se retrajo.





194

      Me busco y no me encuentro. Pertenezco a horas crisantemos, nítidas en una distancia de jarros. Debo hacer de mi alma una cosa decorativa.
      No sé qué detalles excesivamente /pomposos/ y escogidos definen la hechura de mi espíritu. Mi amor a lo ornamental existe, sin duda, porque siento en él algo idéntico a la substancia de mi alma.





265

      Una de las grandes tragedias de mi vida aunque de esas tragedias que suceden en la sombra y en el subterfugio es la de no poder sentir nada naturalmente. Soy capaz de amar y odiar, como todos, de, como todos, desconfiar y entusiasmarme; pero ni mi amor, ni mi odio, ni mi recelo, ni mi entusiasmo son exactamente esas cosas que son. O les falta algún elemento o les sobra alguno. La verdad es que son cualquier otra cosa, y lo que siento no se ajusta a la vida.
      En los espíritus llamados calculadores y la palabra está muy bien traída, los sentimientos sufren la delimitación del cálculo, del escrúpulo egoísta, y parecen otros. En los espíritus llamados propiamente escrupulosos, se nota la misma dislocación de los instintos naturales. En mí se nota la misma perturbación de la conveniencia del sentimiento, pero no soy calculador, ni soy escrupuloso. No tengo disculpa para sentir mal. Por instinto, desnaturalizo los instintos. Sin querer, quiero equivocadamente.





449

MANERA DE BIEN SOÑAR


      ―Aplázalo todo. Nunca se debe hacer hoy lo que también se puede dejar de hacer mañana
      Ni siquiera es necesario que se haga algo, mañana u hoy.
      ―Nunca pienses en lo que vas a hacer. No lo hagas.
      ―Vive tu vida. No seas vivido por ella.
      En la verdad y en el error, en el gozo y en el malestar, sé tu propio ser. Solo podrás hacer eso soñando, porque tu vida-real, tu vida humana es aquella que no es tuya, sino de los demás. Así, substituirás el sueño a la vida y te cuidarás tan solo de soñar con perfección. En todos tus actos de la vida-real, desde el nacer hasta el de morir, tú no actúas: eres actuado; tú no vives: eres vivido tan solo.
      Vuélvete para los demás una esfinge absurda. Enciérrate, pero sin dar un portazo, en tu torre de marfil. Y tu torre de marfil eres tú mismo.
      Y si alguien te dice que esto es falso y absurdo, no lo creas. Pero tampoco creas en lo que yo te digo, porque no se debe creer en nada.
      ...
      ―Desprécialo todo, pero de modo que el despreciar no te cause molestias. No te juzgues superior a tu despreciar. El arte del desprecio está en eso.






APÉNDICE

3

PERISTILO


      A las horas en que el paisaje es una aureola de vida, y el sueño es tan solo soñarse, yo he construido, oh amor mío, en el silencio del desasosiego, este libro extraño con portones abiertos al fin de una alameda en una casa abandonada.
      He cogido para escribirlo el alma de todas las flores, y con los momentos efímeros de todos los cantos de todas las aves he tejido eternidad e inercia. Tejedora (...), me he sentado a la ventana de mi vida y he olvidado que vivía y era, tejiendo mortajas para amortajar mi tedio en los manteles de lino casto hechos para los altares de mi silencio, (...)
      Y yo te ofrezco este libro porque sé que es bello e inútil. Nada enseña, nada hace creer, nada hace sentir. Regato que corre hacia un abismo-ceniza que el viento esparce y ni fecunda ni es dañina,
      ―he puesto toda mi alma al hacerlo, pero no he pensado en él mientras lo hacía, sino solo en mí, que soy triste, y en ti, que no eres nadie.
      Y porque este libro es absurdo, yo lo amo; porque es inútil, yo quiero darlo; y porque de nada sirve quiero dártelo, yo te lo doy...
      Reza por mí al leerlo, bendíceme por amarlo y olvídalo como el sol de hoy al sol de ayer (como yo olvido a las mujeres de los sueños que nunca he sabido soñar).
      Torre del Silencio de mis ansias, ¡que este libro sea el claro de luna que te hizo otra en la noche del Misterio Antiguo!
      Río de imperfección dolorida, que este libro sea el barco dejado ir por tus aguas abajo para acabar en un mar que se sueñe.
      Paisaje de la Enajenación y del Abandono, que este libro sea tuyo como tu Hora, y se ilimite de ti como de la hora de la púrpura falsa.





Fernando Pessoa. "Libro del desasosiego".1998, Planeta.


No hay comentarios: