Una
voz
Mi
poesía está encerrada en una habitación a oscuras, tiene miedo y
quiere que le digan que la realidad es el abrazo de un mago. Muchas
veces se siente como un animal acorralado al que no le queda aliento
para defenderse y lloriquea en los amaneceres porque no puede amar a
los vampiros. Hace como si no me reconociese cuando ordeno sus
versos, y a escondidas de mi se atreve a ser la amante de un hombre
que camina sin sombra buscando la niñez en los portales. Mi pobre
poesía no sabe razonar cuando le explico que no puede vivir todas
las vidas, que debe resignarse a ser un sueño con escamas. Es
díscola y quiere convertir las palabras en hechizos a invocar con
ellos amores imposibles. Es tan irracional que me da rabia tener que
ser yo siempre la que razone, la que guarde las apariencias, como si
el deseo fuese coto privado a los locos.
2
Mi
vida se hizo frágil
al
saberse mortal.
Aquel
ritmo frenético
de
los instantes y su efervescencia
comenzó
a ser corrosivo
y
me partió en dos.
Quedaba
yo a un lado
y
también quedaba yo al otro.
Una
mitad de mí miraba absorta,
la
otra trataba de aprender
a
caminar con una sola pierna,
y
se apoyaba en los muebles
y
estaba triste
porque
el corazón
se
había quedado
en
la mitad inmóvil.
Mi
vida se hizo frágil
y
mi corazón dejó de latir,
pero
cuando quisieron juntar
todo
mi cuerpo,
y
enterrar mis dos mitades
en
una misma fosa,
esa
parte de mí sin corazón ya estaba lejos,
había
puesto un reloj
en
el espacio fingido de la vida
y
no estaba dispuesta
a
morir sin más
cosida
al desaliento
de
la mitad suicida de mi cuerpo.
RETRATO
DE MUJER
Nosotras
que buscamos el amor
en
las metáforas que suspiran,
que
hemos aprendido a recorrer nuestro cuerpo
con
las yemas finísimas,
deseamos,
en
el espejo de nuestra boca
que
nuestra lengua se transforme en otro paladar, en otros
labios
y
los recorran unos dedos inmensos
que
sepan penetrarnos
abrir
todas las grietas,
y
nos hagan temblar como a los árboles de tronco diminuto
que
se mecen con el viento.
Nosotras,
vestidas o desnudas
florecemos
con el agua de los besos
que
humedecen las promesas,
florecemos
con el susurro efímero
de
la felicidad.
Pero
también nosotras, las que buscamos el amor
en
los versos sin alas de todos los ángeles caídos
nos
vamos quedando solas,
y
la geografía de nuestra piel se desdibuja,
en
todas las esquinas, sobre las sábanas,
en
los abrazos de la añoranza,
en
el deseo de una nostalgia a la que rendimos tributo
bebiendo
su semilla.
CASA
CON GOTERAS
A
veces entre las callejuelas
aparece
una casa
convertida
en velero.
Una
brisa de sal y gaviotas
deshace
su estructura.
Un
otoño de lluvias torrenciales
simula
su naufragio.
Ese
anhelo marino
es
sólo el espejismo
de
una vieja humedad
que
pudre sus cimientos
y
se filtra por las paredes
dibujando
una mancha
que
parece la ruta de un tesoro,
el
mapa de una isla
donde
los años hacen sus orillas más anchas.
El
mar sobre una casa
que
intenta navegar con la ropa tendida en la terraza,
por
entre la piel de sus tabiques
la
desesperación revienta cañerías de plomo,
y
una mujer que amamanta a su hijo en la cocina
decide
abandonarse a la deriva.
Luis
Antonio de Villena. “La lógica de Orfeo. (Antología)”. 2003,
Visor.
1 comentario:
Me gustan mucho tus poemas, Ana. Pero ¿qué tiene que ver Luis Antonio de Villena en ellos?
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