Frente al silencio.

Frente al silencio.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Alejandra Pizarnik


Diarios.



Fragmentos:



Quisiera pensar en algo sublime. En el nacimiento del Hombre, en los sacrificios de Oriente, en el asta de la bandera de Etiopía. Quisiera electrizar mis ojos y sacudirles su inercia doméstica. Quisiera levantar mis piernas, manchar el cielorraso, arrodillarme junto a un sapo ahogado, clasificar los tonos de un pétalo, registrar los bolsillos del rey de Suecia, distinguir al tacto los cuatro reinos animal, vegetal, mineral y humano, revivir los éxtasis de Juana de Arco exhalando albores para destruir el fuego, recoger las mieses de una chacra irlandesa, pasear a hurtadillas por la nieve muda de Siberia, regatear bambú en un kisoko chino, sonreír al simio en la negrodorada noche de un ukelele sorbiendo un coco de la isla de Hawai, elevar los párpados, subir a lo más alto, agitar los brazos como campanillas estremecidas y gritar a Todo: ¡Soy universal!
      Suena el despertador. Estiro mi angustia. Desmenuzo el frío vistiéndome en la auténtica oscuridad que enmarca las 6 horas.
      A lo lejos, los flacos pómulos de mi amado César me susurran conmovidos: ¡¡Ya va a venir el día / ponte el cuerpo!!

C´es la vie mort de la Mort!



***




      Heredé de mis antepasados las ansias de huir. Dicen que mi sangre es europea. Yo siento que cada glóbulo procede de un punto distinto. De cada nación, de cada provincia, de cada isla, golfo, accidente, archipiélago, oasis. De cada trozo de tierra o de mar han usurpado algo y así me formaron, condenándome a la eterna búsqueda de un lugar de origen. Con las manos tendidas y el pájaro herido balbuceante y sangriento. Con los labios expresamente dibujados para exhalar quejas. Con la frente estrujada por todas las dudas. Con el rostro anhelante y el pelo rodante. Con mi acoplado sin freno.
      Con la malicia instintiva de la prohibición. Con el hálito negro a fuer de tanto llanto. Heredé el paso vacilante con el objeto de estatizarme nunca con firmeza en lugar alguno. ¡En todo y en nada! ¡En nada y en todo!


***




Tinta. Mi único consuelo. Así se sigue, Alejandra. Así se sigue. La estufa hace ruido. Un perro ladra. <<Nunca se sabe de donde vienen los ruidos>> (Proust). Así se sigue. A la deriva. Estrellarse. ¡Bah! ¡No hay qué estrellar! Pongo la pluma en el papel. (Te presento a una joven poetisa: F. A. P.) Ya pertenezco a mi tiempo, vive le père UBU!
      <<Poemas para leer en el bidet.>>
      ¡Adoro mi poesía! ¡Es la única que me gusta! Imitando la de Vallejo, en la que se nota mis influencias de la primera época (año 1930) ¿Qué hacía yo en 1930? ¡Estaba en la nada! ¿Y en el 2930? ¡En la nada! ¿Y en 1955? ¡En la nada! ¡¡En la nada!!

***






Sábado, 2
      Estado vegetal.
      Cada mañana despertar, tener que llorar y tomar café. No puedo gozar de la vida. No encuentro en ella ningún interés. Sólo algunos consuelos. Yo no quiero consuelos.
      Ojalá enloquezca o muera pronto. Estoy segura de que pronto va a suceder algo. No es posible continuar así, tan sola, viviendo y llorando. Y en resumen ¿qué quiero? Ah, no sé, no sé. Tal vez no quiera nada. Pero un gran vacío, un bicho que es vacío me muerde. Siento que me duele el corazón. Y no hay solución para mí.

***


Sábado, 15
      Y de pronto, un gran cansancio, no de la vida, mas de la muerte. Pero no hablo de la muerte absoluta, hablo de este lento naufragio cotidiano en las aguas del pasado. Estoy cansada de todo ese mundo de complejos y frustraciones en que nos sustentamos yo y la gente que me circunda. Es un no dar más, un gran deseo de respirar aire puro, de reír, de mirar con naturalidad las cosas y a mí misma. Hoy se me ha revelado, con una fugacidad y fuerzas increíbles, la posibilidad de ser. Todo fue espontáneo, como si hubiera encendido un cigarrillo. Me sentí bien, como si me hubieran aflojado las cadenas, aquellas que ni recordaba, tan resignada a la desesperación estaba. No creo en la felicidad. Pero quiero despojarme de esta tensión, de tanta vigilancia. Estoy fatigada de todas esas historias edípicas, del odio espantoso de padres e hijos, estoy cansada de tanta interpretación sexual. Quiero vivir con naturalidad, limitarme, señalarme objetos posibles y luchar por ellos. Quiero liberarme del horror sin semejanzas de mi <<amor imposible>>. Quiero, en suma, aprender muchas cosas, sobre todo, a escribir y a pensar.







Alejandra Pizarnik. “Diarios”. 2012, Editorial Lumen.




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