Frente al silencio.

Frente al silencio.

martes, 26 de mayo de 2015

José María Fonollosa




No a la transmigración en otra especie.
No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorba cualquier divinidad.

No a un más allá, ni aun siendo el paraíso
reservado a islamistas, con beldades
que un libro garantiza siempre vírgenes.

Porque esos son los juegos ingenuos
en que mi agnosticismo nunca apuesta.
Mi envite es al no ser. A lo seguro.

Rechaza otro existir, tras consumida
mi ración de este guiso indigerible.
Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.






RAMBLA DE SANTA MÓNICA 4


La ciudad está llena de caminos.
Todos son buenos para escapar de ella.

No importa adónde vaya. En cualquier lado
hay sendas que conducen a otra parte.

El lugar nunca importa. Es otra sitio
otro siempre el objeto de mi viaje.













CARRER DE MAGALLANES 1


Voy por la calle solo entre los otros.
Contemplo a los demás desde sus ojos
y me parece entonces que no existo.

Yo miro sus mujeres como mira
el pájaro la rama ya cortada:
como algo que era mío y me quitaron.

Y veo la alegría en otras bocas
como un insulto personal. Sonríen.
También yo sonreiría a mis amigos.

Pero no tengo a nadie. Sólo mi odio.
Y voy con mi odio, solo, por la calle.
Una calle, otra calle...Caminando.







CARRER DE LA VIDRIERA

Me cuesta convivir con otra gente.
Va armada con palabras con que hiere
a aquel que se le acerca en busca de algo:
amistad, compañía, amor a veces.

Y no obstante se insiste con firmeza
que vivir convivir es algo hermoso.

Pero este no ha de ser el lugar, tiempo...
Ni tampoco esta gente. No sé dónde
debe estar. Porque existe, según dicen.
Pero no es ahora, aquí...Me es todo extraño.







CARRER DE VILA I VILÁ 1


Nada tiene sentido. Estoy cansado
de esforzarme por cosas que han perdido
interés. Ya no ansío el obtenerlas.
No valían la pena por lo tanto.

Y miro a las mujeres. Esos seres
orgullosos, egoístas y cargantes.
Y miro a los amigos. Esos seres
presuntuosos, mezquinos y pesados.

Miro las flores, árboles, los bichos.
Me son indiferentes o molestos.
Y los montes más altos me parecen
aparatosas muestras de lo inútil.

La tierra es un bostezo de sí misma
deambulando por su solar sistema
recorriendo caminos repetidos.
Como yo. Como todos los humanos.







José María Fonollosa. “CIUDAD DEL HOMBRE: BARCELONA”. 1996, DVD poesía.






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