VIII. HÖLDERLIN
quizá la locura
es el castigo
para el que viola un
recinto sagrado
y mira los ojos de
una animal
terrible
XV. ROSTROS
detrás de los muros
hay rostros
a esta hora en que
la gente calla en muchos cuartos
y los objetos se
alargan para entrar en la noche
a través de las
puertas de los hospitales las caras de los
niños
y sus ojeras como
gruesos trazos hechos con el índice
ancianos de cráneo
sonoro, lleno de memoria
y putas que tocan
los diez pequeños desiertos de sus
yemas
el ojo
en el hueso
detrás de los muros
hay rostros
sobre las camas con
ruedas de los hospitales
que viajan a la
muerte
XII
porque es
amada
otra vez el comienzo
si
ebrios de un vino
oscuro, poseídos
de un fuego oscuro
nos damos a los
juegos sagrados de la noche
para que sean
nuestros rostros máscaras
que prefiguran
rostros
y nuestros cuerpos
sombras
que prefiguran
cuerpos
XXXII
tal vez en el origen
los liga un
parentesco
sagrado
y no hay solo
deseo
en el temblor de sus
manos
cuando la tocan
tal vez
un miedo reverente
lo agita, lo quiebra
su voz
porque en el
laberinto
de las sangres
él es su hermano y
ella
su hermana
(del vientre de la
noche
como niños gemelos
renacen una y otra
vez
desnudos
y el alba con su
leche
los amamante)
PALABRA DE HOMBRE
La palabra
como una moneda
sopesada en la
palma,
lanzada contra el
muro de piedra
para oír su timbre,
mordida
para saber su ley.
José Manuel Arango.
“La sien en el puño, Antología poética”. 2017, Eolas poesía.
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