Monstruo
Deseo
levantar sospechas,
que
los hombres me griten en la calle,
quiero
pasear por centros comerciales, parques públicos
y
que madres como mi madre levanten y bajen la mirada
y
luego, mientras preparan la cena para sus hijos,
les
asalte brevemente el recuerdo de una nueva de
hombres.
Los
pelícanos mueren de hambre por ceguera
A
la pescadera Muriel
Los
pelícanos mueren de hambre por ceguera.
A
tal velocidad sumergen el pico en el agua
para
alimentar a sus crías
que
el ojo se va dañando hasta que se quedan ciegos y mueren.
En
un supermercado
una
mujer empuja con dificultad el carro de la compra,
se
detiene ante el mostrador de la pescadería,
se
coloca sus gafas progresivas.
Intuyo
su afán de vida
cuando
le dice a la pescadera
medio
kilo de lubinas para las niñas
y
veo en ella la velocidad del ave que abre las alas,
cae
en picado
―los
ojos sangrando―
y
guarda en su bolsa la lubina.
Un
pelícano con gafas progresivas,
una
señora con un pescado entre los dientes
son
todas las madres que no soy y que me observan,
que
extraen conclusiones sottovoce,
que
miran con cierta desazón
la
aridez deforme de mi boca estéril.
El
prospecto
Usted
no puede dar a luz.
Ahora.
Ni nunca.
Hágase
a la idea.
Usted
no puede dar a luz. ¿Acaso no leyó el prospecto?
Le
recomiendo que no vuelva a escribir sobre el tema,
podría
acabar en depresión.
Considere
la opción de un animal doméstico.
Póngale
nombre, hágale fotos, súbalas a las redes sociales,
verá
cómo crecen los me gusta en las publicaciones,
cómo
decenas de amigos le alivian su dolor.
No
lo olvide: la ciencia es exacta, nunca engaña.
Pero
anímese, usted es muy valiente, yo le admiro,
su
elección sexual es un acto de resistencia.
Se
llora por los muertos, no por los que no han nacido.
No
tiene usted motivos para estar triste.
Ángelo
Néstore. "Actos impuros". 2017, Hiperión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario