FIJACIONES
Me
llama a medianoche.
Escucho
el lamido del viento
a
través del teléfono, como un perrillo ansioso,
y
su voz transparente en la cabina.
Hay
delante ―me
dice―
un
almacén de chapa
con
forma de botella,
un
solar con escombros
blanqueados
de yeso,
algunas
casas cúbicas como dados sin uso,
y
tres o cuatro pinos calcinados
color
remordimiento.
Estas
pocas imágenes
me
fijan a su ausencia
como
deben fijarte a estar solo.
En
mi cuarto de libros clareados
por
la luz de moneda de la luna,
provoca
una punzada:
―Estoy
detrás de ti ―me
dice―
y
alrededor de todo esto.
TRANSFORMACIONES
Desagües
de bañera en la espalda del río,
la
triste barandilla temblando de gaviotas.
Qué
cambia y qué no cambia, mientras tanto.
Cambiar
el orden que infringe cada nexo,
el
haz de coordenadas que sostiene tu mundo,
la
cifra que te salva, o dice que te salva,
como
un azar
El
río desde el puente
es
carne luminosa.
Se
rozará con valles y ciudades,
con
espigas de nutria, con bañistas desnudos,
con
peces descompuestos.
Avanzará
en el tiempo de un amor
de
una noche perpetua, de un adiós aplazado.
De
pronto lo ves tú, que ya eres todo eso.
NERVIOSO
La
noche es una red extendida en el agua,
un
movimiento suave, de tortuga de mar.
Tengo
los pies hundidos en la arena,
hundo
también las manos, y el bombeo
no
sé si es mi sangre o la barriga
caliente
de la costa.
Y
pienso más en qué pensaba,
en
qué sería de hombre de adulto,
en
qué derivarían los deseos,
el
flujo de carencias,
las
hormigas del ánimo,
y
en cómo
algún
temor ya se ha cumplido.
Luis Antonio de Villena. “La lógica de Orfeo. (Antología)”. 2003, Visor.
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