Escribir*
<<13.15.
Todos los tripulantes de los compartimentos sexto, séptimo y octavo
pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como
consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la
superficie. Escribo a ciegas.>> Estas palabras, escritas por un
oficial del Kursk en un
pedazo de papel, tienen la turbadora exactitud que pedimos a un texto
literario. El autor está rodeado de bocas que exhalan un pánico que
ni siquiera nombra. Él mismo debe de encontrarse al borde de la
desesperación, pero no tiene tiempo ni papel para recrearse en la
suerte. Ha de hacer, pues, una selección rigurosa de los materiales
narrativos, y el resultado es esa obra maestra en la que, sin
embargo, sólo cuenta aquello a lo que se puede asignar un número:
la hora y la cantidad de hombres. En situaciones extremas, la
literatura sale a presión, como por la grieta de una tubería
reventada. El documento del oficial del Kursk es
bueno porque es necesario. Mientras la muerte trepaba por sus
piernas, ese hombre se entregó con fría vehemencia a la literatura.
Y de qué modo. (…)
*Se
refiere a la tragedia ocurrida en agosto del año 2000, en la que
falleció toda la tripulación del submarino nuclear de la Armada de
Rusia, K-141 Kursk.
Juan
José Millás. “Articuentos completos”. 2011, Seix Barral
Biblioteca
Breve
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