Frente al silencio.

Frente al silencio.

sábado, 10 de agosto de 2019

Diego Sánchez Aguilar




Reseña:


      Me acabo de abrir un quinto de Estrella de Levante, en el reproductor, ahora mismo, en bucle, Idioteque de Radiohead (¿la subo al muro y a ver quién me da el primer megusta?; no, mejor no tentar al diablo), una canción que nunca antes había escuchado. La música tampoco impide que siga sin poder apartar la mirada del mundo que nos rodea, pero al menos me permite no escuchar la melodía de destrucción que con tanto ímpetu, y diría que hasta morboso placer, no se cansan de servirnos, día tras día, los telediarios. Si todavía fumase, muy probablemente, ya estaría liándome un cigarrillo, quizá hasta de marihuana. Acontecimientos, hechos, estas son mis acciones previas. Y de lo que ahora voy a hablar es de Factbook, El libro de los hechos (Candaya, 2018), la primera novela del narrador y poeta Diego Sánchez Aguilar.

      Telediario, Toro de Osborne, ejecución sumarísima, Presidente de la CEOE ahorcado... Con este comienzo de impacto ya nos sitúa Diego de lleno en la novela, en esta historia tan de presente, tan de este país, tan nuestra. Factbook es la España de estos tiempos, la que podría ser perfectamente incluso con los crímenes que no han sucedido. De ahí lo cercana e inquietante que nos resulta.





      <<España es un relato, una serie con demasiadas temporadas, un culebrón interminable al que estuve enganchadísima, y del que cada vez me aparto más.>>
      Esto nos dice Rosa, la primera de las tres voces narradoras de esta obra. Rosa es una profesora en plena madurez y de amplia trayectoria activista (incluso con una juventud revolucionaria que por momentos añora). Una mujer de su tiempo que a través de su evolución personal nos cuenta la historia socio-política de España en estos últimos años. Dentro de los capítulos protagonizados por Rosa es muy interesante el apoyo narrativo del autor en los Change.org. A través de ellos (¿la comodidad del compromiso social que aparentemente tan poco compromete en el día a día?), nos sitúa en el espacio y tiempo de un país en plena crisis. Crisis económica. Crisis social. Crisis de valores, también. Y es Rosa, su voz, la de una conciencia social dispuesta a luchar, a cambiar el mundo. Rosa Don Quijote. Rosa ilusión. Rosa lucha. Rosa evolución. Rosa descreimiento y destrucción. Rosa y esa voluntad apegada a los noticiarios aguardando, esperando la señal inequívoca de la inminencia del apocalipsis.
      Una voluntad hacia fuera (lo civil, el bien común) que, paradójicamente, acaba cada vez más aislada, asqueada con el mundo y consigo misma. Una voluntad que a ratos incluso se vuelve nihilista, deseosa de acabar con todo. Y sin embargo, a la hora de la verdad, aun a costa de su dolor, de su propia derrota, sostiene el valor de una vida por encima de la justicia sumarísima (quizá justa, tal vez no tanto, a la conciencia del lector queda), aplicada por los supuestos integrantes de Factbook.
      En cuanto al lenguaje utilizado por el autor en estos capítulos protagonizados por Rosa, cabe destacar lo directo que resulta, la velocidad y contundencia de las frases. Lo cual lo consigue con el uso de oraciones cortas y muy poco adjetivadas.

      <<Todo en mi vida ha sido una forma de desaparecer, de no estar donde estaba, de no mirar donde se supone que había que mirar.>>
      Nos habla aquí Gustavo, el otro gran protagonista de la obra. Un guionista de éxito asqueado con su propia obra. Alguien que siente que ha vendido su talento, su alma, al diablo. Un fumeta de marihuana desde la adolescencia, un hombre introvertido a lo largo de toda su vida, llevado por las circunstancias, por la corriente, por la ola que empuja al solitario surfista. Un hijo de la pequeña burguesía de provincias de la tan manoseada Transición.
      Y he aquí, en el aparente ser superficial, al narrador de la profundidad del alma. Al que ocupa la parte más espiritual de la novela, la introspectiva del espíritu. De Gustavo, de sus últimos días junto a un Mar Menor infecto y muerto, de la narración que nos hace a través de la escritura de su diario, sabemos lo mucho que se mueve bajo las aguas turbias del supuesto pasotismo del clásico individuo nada comprometido con el mundo que le rodea.
      Las drogas. La música. El cine de autor. Todo en Gustavo es un vivirse hacia dentro, una huida de la realidad, este aislarse del mundo en contraposición a Rosa. Los logros, prácticamente los mismos. Lo cual da tanto qué pensar. ¿Somos simples piezas de una máquina sin piedad, sin humanidad alguna capaz de funcionar por encima de todos nosotros igualmente? ¿Nos empuja esta máquina al egoísmo? Y si nos oponemos, qué conseguimos.
En cuanto a la prosa de estos capítulos es claramente distinta a la que desarrolla a través de Rosa. Densa. Profunda. Lenta. Con oraciones larguísimas y muchas figuras retóricas. Es el diálogo de uno consigo mismo. La voz que no busca el cambio, sino entenderse con la propia conciencia. Aceptarse. Lograr el propio perdón. Aunque tampoco esto nos libre del lugar y el momento hacia el que inevitablemente nos dirigimos.

      <<Ahora teníamos que leer todos los mensajes de Factbook. Todo lo que estuviera escrito en esa red era, en sí mismo, sospechoso. (…) Era un trabajo agotador. A mí todos me parecían terroristas en potencia. (…) No entendía el sentido de lo que decían, no entendía por qué lo hacían, cuando sabían, debían de saberlo, que estaban siendo vigilados.>>
      Por último, he aquí la voz de esta tercera pata de la narración. Las respuestas de un funcionario de una secreta agencia de espionaje en Red; un Gran Hermano del Estado el cual se pasa la vida encerrado en un cuarto delante de una pantalla analizando miles, millones de correos e interrelaciones de los usuarios de Internet en general, de Factbook en particular. En esta entrevista en la que únicamente escuchamos, leemos, las respuestas del entrevistado, se da un monólogo donde se nos cuenta la realidad de Factbook (algo así como un Wikileaks más Anonymous juntos), una red social cerrada, tipo secta, sin imágenes, únicamente texto y datos.
      Bien que podríamos interpretar esta voz, en los tiempos de exposición y juicios rápidos que vivimos, como la de un inconsciente colectivo, la de esta Sociedad misma, siempre al acecho, siempre revisionando todo lo dicho y hecho, toda nuestra vida pública.



      Aprovecho los últimos acordes de Idioteque (antes de que vuelva de nuevo a comenzar) para agradecer la cantidad de referencias culturales que hay a lo largo de toda la novela. Directas e indirectas (de estas últimas solo dejaré este pensamiento: por sus palabras pueden intuirse las muchas y buenas lecturas del autor). Cine. Pintura. Literatura. Música (tiene banda sonora esta obra: Radiohead, Pearl Jam, Lou Reed, Nirvana, David Bowie, Iron Maiden, Rage Against the Machine..., también música Tecno, House, etc).




      Al quinto le van quedando los tragos contados, y ya es cuestión de ir acabando.
      La soledad en la época más y mejor conectada de la historia. La soledad rodeada de muchedumbre y sola. La plaga de soledad que nos afecta. Facebook. Twitter. Instagram. La sociedad de la imagen, del mírame y dime algo, del pulgar hacia arriba, del emoticono, del megusteo. La sociedad del gigantesco ego colectivo tan enfermo de megalomanía e insatisfacción. Un ego con pies de barro siempre necesitado de más y más ojos. Nuestro mundo. Nuestro tiempo. Esta Sociedad.
      En definitiva, una novela en clave psicológica que nos interpela como individuos y sociedad, nuestra responsabilidad, tanto a través de los actos llevados a cabo como los que no: por desidia, por cobardía, por este dejarse llevar que nos empuja a una deshumanización donde lejos de hallar paz y consuelo, acabamos por encontrar todo lo contrario: culpabilidad, insatisfacción, ahogo, ganas de acabar con todo y con todos.
      Una primera novela muy trabajada tanto a nivel de personajes (qué humanos resultan), como en la temática de rabiosa actualidad ampliamente expuesta.
     Una buena novela.


Diego Sánchez Aguilar. "Factbook. El Libro de los Hechos". Candaya, 2018.



2 comentarios:

Ábradas dijo...

Gracias, Tomás. Una lectura que incita a la lectura, que sitúa las voces y los conflictos para que el lector lea y descubra.

tsb dijo...

Gracias, Pascual. Un abrazo!