TERCERA
PARTE.
IX
En
muy poco tiempo estábamos de nuevo en la autopista y esa noche vi
desplegarse ante mis ojos todo el estado de Nebraska. Íbamos a
ciento setenta y cinco por hora por rectas interminables, cruzábamos
pueblos dormidos, no había tráfico y el expreso de la Unión
Pacific quedaba detrás de nosotros bajo la luz de la luna. No sentí
miedo en toda la noche; era perfectamente legítimo ir a ciento
setenta y cinco y hablar y ver aparecer y desaparecer como en sueños
todas las localidades de Nebraska: Ogallala, Gothenburg, Kearney,
Grand Island, Columbus...Era un coche magnífico; corría por la
carretera como un barco por el agua. Tomábamos las curvas con toda
soltura.
—¡Ah,
tío, qué coche tan maravilloso! —suspiraba
Dean—.
Piensa lo que podríamos hacer tú y yo si tuviéramos un coche como
éste. ¿Sabes que hay una carretera que baja hasta México y luego
sigue hasta Panamá...?, y quizá continúe hasta el final de Ámerica
del Sur donde los indios miden más de dos metros y mascan coca en
las montañas. ¡Sí! Tú y yo, Sal, recorreríamos el mundo entero
en un coche como éste porque, tío, en definitiva la carretera tiene
que dar la vuelta al mundo entero. ¿Adónde va a ir si no? ¿No es
así? Pero, en fin, nos pasearemos por el viejo Chicago con este
coche. Fíjate, Sal, nunca he estado en Chicago.
—En
este Cadillac pareceremos gángsters.
—¡Eso
es! ¿Y las chicas? Podremos ligarnos un montón de chicas. Sal, he
decidido mantener una velocidad extra y así tendremos una noche
entera para andar por allí con el coche. Ahora sólo tienes que
descansar y yo conduciré todo el rato.
—De
acuerdo, ¿a qué velocidad vamos ahora?
—Nos
mantenemos más o menos a ciento ochenta...y ni siquiera se nota.
Cruzaremos Iowa entero durante el día y luego recorreremos Illinois
en muy poco tiempo. —Los
chicos se habían dormido y hablamos y hablamos toda la noche.
Era
notable hasta qué punto Dean podía volverse loco y a continuación
sondear su alma (que a mi juicio está arropada por un coche rápido,
una costa a la que llegar y una mujer al final de la carretera),
tranquila y sensatamente como si no hubiera pasado nada.
Jack
Kerouac. “En el camino”. 2013 Anagrama.
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